Feminicidio y salud mental

El feminicidio que se expande como una epidemia debe llamar la atención de las autoridades y de la ciudadanía. El desenlace fatal que ocurrió en la compañía San Pedro, distrito de San Miguel, departamento de Misiones, se suma a tantas tragedias de ese tipo que marcan la vida de las familias. Una mujer sexagenaria fue acuchillada por su propio marido, quien a su vez se quitó la vida tras atentar contra su hijo y nieta.

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El Ministerio de Salud Pública no puede descuidar la salud mental de la población, ya que de acuerdo a los estudios la ansiedad y la depresión tienden a convertirse en la enfermedad del siglo 21 en el mundo, y en Paraguay ya es una realidad.

El hombre (mujer y varón) de este siglo está sometido a diversas presiones que las conducen a desequilibrios emocionales, que muchas veces desembocan en hechos terribles y traumáticos.

Los enredos son múltiples, como la vida vertiginosa, la falta de trabajo, pobreza en situación ascendente y problemas económicos, sin olvidar las niñas embarazadas y maltratadas víctimas de violencia doméstica.

Históricamente las mujeres fueron objeto de ultraje y atropellos. En las diferentes edades: antigua, media, moderna y contemporánea (la actual), las mujeres fueron vilipendiadas y discriminadas por las sociedades en general. En la revolución francesa, año 1789, numerosas mujeres fueron guillotinadas en la plaza pública, más aún cuando Maximiliano Robespierre instauró el terror en Francia.

En nuestro país, durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) las residentas y destinadas también sufrieron persecuciones, violaciones y muertes. Las destinadas estaban condenadas a morir porque su padre, marido o hermano cayeron en desgracia ante el mariscal Francisco Solano López, entonces presidente de la República y comandante del Ejército.

El femenicidio es una incultura de antigua data, que llevará años superar porque la ley del más fuerte tiene raíces profundas en nuestra sociedad y en las otras.

Sin embargo, hoy por hoy ya no es solo cuestión de mala costumbre ni por causa de adicciones, sino también por problemas de salud mental y falta de educación.

La vida agitada, el avance tecnológico, la presión social y laboral; la marginalidad y el ocio en algunos casos pueden ser causales de ciertos desordenes psiquiátricos.

Ante la ola de violencia que conmociona a la sociedad, el Ministerio de Salud Pública debe empezar a poner énfasis en un programa de salud mental.

rmontiel@abc.com.py

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