Feudales modernos

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Mientras nos escandalizamos por lo que un grupo mafioso le hizo en Ucrania a dos paraguayos, la realidad local nos volvió a dar una bofetada obligándonos a mirar hacia nuestro entorno.

Las imágenes de un estanciero amenazando con un arma a un peón y obligándolo a suplicar por su vida fueron el retrato esta semana de la condición cuasi feudal que aún existe en varias zonas del país.

Ni bien el peón confirmó la identidad de su agresor, Gregorio Morales, saltaron otras denuncias por amenazas similares realizadas con pocos meses de diferencia.

Como la del 8 de octubre pasado, cuando atacó con un cuchillo a otro interno de un centro de rehabilitación para adictos en Itacurubí de la Cordillera, en el que el día antes había destruido con un puñal el colchón de una cama, tras irrumpir en la cabaña del director.

O la amenaza de muerte de este 7 de enero, a un empleado de la radio de su familia, a quien también con arma de fuego en mano le exigió dinero.

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A medida que esta semana íbamos contando estos casos en la 730AM, surgían más denuncias contra él y su familia, por violación de los derechos laborales, maltratos a los trabajadores, falta de pago de salarios y de la seguridad social.

Esto además de las denuncias de su exesposa por violencia familiar, por haber atropellado con un vehículo la casa a la que ya tiene prohibido acercarse como parte de una condena anterior.

La mujer, Liza Prous, se quejaba de que pese a que ocurrió hace varios meses, el fiscal Jorge Noguera ni siquiera llamó a declarar a Morales, de quien se encuentra en proceso de separación.

Todo esto agregado a los casos en los que se libró de ir a la cárcel, luego de estafar al Estado tras cobrar cientos de millones de guaraníes con cheques adulterados.

Lejos de ser una historia particular, es la fotografía de cómo las instituciones siguen funcionando dependiendo de los contactos políticos y económicos que una familia tenga.

La policía se muestra firme con los débiles y débil con los fuertes, y lo mismo con las inspecciones laborales, es solo cuestión de mirar al interior del país para ver la informalidad con la que operan los poderosos.

Y en el centro de todo esto, la impunidad y el sistema de justicia, o ¿cómo es posible que un hombre con todas estas graves denuncias en su contra haya seguido libre todo este tiempo?

“Es increíble cómo las autoridades le protegen a él”, ensaya como respuesta quien convivió durante varios años con él. “Bajac es su caballito de batalla y por supuesto tiene el respaldo de su madre, que va tratando de resolver con dinero lo que hace su hijo… lo del exministro Sindulfo Blanco también es cierto. Su papá tenía muchos contactos”, agrega.

Es que este feudalismo moderno que destruye la idea de República, solo es posible con mafias político-judiciales, personificadas en casos como los de Óscar González Daher o Jorge Oviedo Matto.

Y no hay nada más peligroso para la democracia que una sociedad en la que los poderosos acumulen cada vez más poder y las instituciones no traten a todos por igual.

guille@abc.com.py