Fiestas: comer con moderación

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La avalancha de oferta prematura de productos comestibles navideños en uno de los países con alto porcentaje de sobrepeso y obesidad de la región, es un problema que no acapara el esfuerzo preciso. Ni siquiera hay que buscar datos estadísticos, miremos el talle de las personas (y/o nosotros frente al espejo) y lo comprobaremos al instante. Se come de más por diferentes motivos y es necesario descubrir qué es lo que nos hace engordar.

Las viejas frases de alerta para la mujer se van perdiendo: “qué gorda/flaca que estás”, son expresiones que si bien condicionan o pueden ser lapidarias, también nos avisan de una condición que quizás no percibimos en nosotras mismas. Una modista me decía que con la ropa de lycra la mujer perdió el control diario de su cuerpo, “cree que siempre está igual y engordó muchísimo”.

El tema del peso es muy controvertido hoy día, nos cuesta mantenernos en nuestro peso.

Llega la época de fiestas de fin de año, la gente asistirá a eventos sociales donde comerá por gentileza, por compromiso, por gula.

El supermercado hace ya más de un mes ofrece budín y pan dulce, turrones, todo esto aparte de las gaseosas, azúcar blanco y harinas blancas que se consumen todo el año. La oferta navideña, que es altamente calórica –porque tiene que ver con el origen de las fiestas en países fríos–, no debería comenzar tan temprano. Ante esta oferta demencial, nos queda salvarnos por decisión y buen hábito. Vale decir, que tampoco es recomendable el exceso de gimnasio o dietas estrictas sin asesoramiento profesional.

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Volviendo al tema de la prevención y el cuidado en esta época, según entendidos se puede llegar a engordar entre 3 y 5 kilos durante las fiestas, sobrepeso que por lo general no se suma a nuestro peso normal, sino al que ya teníamos de más. Ciertamente, cuando somos muy jóvenes es fácil adelgazar, pero llegada una edad –aún siendo de contextura delgada– esa ventaja desaparece. Mucho más deben cuidarse quienes sufren diabetes, hipertensión o problemas cardíacos, entre otras enfermedades.

Lo mejor es festejar comiendo con mesura y alimentos no tan diferentes de los que solemos consumir. Para el día de la cena (Navidad y Año Nuevo) no es una buena idea dejar de comer durante el día porque llegaremos con hambre o apetito atroz y arrasaremos con todo lo que se sirva –previos picoteos–. Algunos cambian los hábitos, en Navidad, por ejemplo, en vez de cena organizan un almuerzo el 25. Es una buena opción.

Vayamos mentalizándonos, colocando cartelitos de advertencia, motivándonos a metas posibles: fotos nuestras donde nos gustamos, fijando el objetivo de usar esa nuestra ropa linda que nunca más usamos por el sobrepeso, en fin, diseñar estrategias (mejor en familia).

El Ministerio de Salud debe involucrarse en estos días de descontrol. Entre tantos males que queremos erradicar de nuestra sociedad, no nos olvidemos de la vida sedentaria y la mala alimentación. Cuidarnos moralmente también implica comer moderadamente. “La indigestión es la encargada de Dios de predicar la moral al estómago” (Víctor Hugo).

lperalta@abc.com.py