Frivolidad política

Poco a poco se está instalando en nuestra sociedad la convicción de que cualquiera puede ser político, que para ser político y hasta para ocupar cargo político por elecciones, bastan tres recursos: tener dinero o padrinos que lo tengan, tener popularidad y conseguir votos. Con estos tres ingredientes se cocina la candidatura y se logra ser importante en un partido y llegar a ser diputado, senador, gobernador o intendente.

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Hemos degradado tanto la política que para usurparla y ejercerla, a nadie se le pide preparación profesional en ciencias políticas o afines, ni siquiera experiencia en función pública o conocimiento de las estructuras e instancias del Estado y la sociedad. Se ha banalizado tanto que frívolamente se piensa que el proceso de arribar a la política es simplemente un hábil y costoso juego social para ganar el poder.

La frivolidad ha desembocado en irresponsabilidad, porque poner la política en manos de cualquiera sin preparación profesional (una modelo, un futbolista, un aventurero…) es como poner la medicina en manos de cualquiera que no hizo la carrera y sus prácticas. Imagínense que porque yo quisiera ser médico, sin tener preparación para ello, solamente porque tuviera dinero, popularidad y consiguiera votos, me concedieran el poder de ejercer la medicina. La política no es menos importante que la medicina. Los políticos tienen la responsabilidad de trabajar y cuidar la vida y salud del BIEN COMÚN, de toda la ciudadanía. Como la mayoría de nuestros políticos no son verdaderos políticos y además hay entre ellos expoliadores impunes del Bien Común, la salud política de nuestro país necesita terapia.

Los ciudadanos tampoco podemos eludir nuestra responsabilidad política, porque la “polis” es de todos y somos todos. No podemos quedarnos pasivos ante las propuestas desubicadas de candidatos incompetentes e inaceptables. De alguna manera tenemos que hacer sentir nuestro rechazo a la corrupción, a la frivolidad e irresponsabilidad de quienes pretenden endosar candidatos impresentables.

Partidos y movimientos políticos no tienen valentía para presentar públicamente el “perfil del político” ideal que necesitamos, corresponde entonces que la sociedad civil reaccione y por medio de sus asociaciones y grupos organizados construya el perfil ideal de mujer y hombre políticos que queremos.

En otros países, las instituciones de investigación social ayudan a descubrir la opinión de la ciudadanía mediante encuestas científicamente planteadas, e interpretadas. El Centro de Investigación Sociológica (CIS) después de las elecciones generales de España 2015 investigó en enero de 2016 el perfil político que los españoles tuvieron en cuenta para elegir. Según esta investigación, el primer atributo que debe tener un auténtico político es la “honradez”, que contó con el 61,2%. En segundo lugar exigen la “preparación” y “formación”, competencias necesarias reconocidas en el candidato para hacer política de calidad. Es muy significativo que la honradez sea considerada un atributo esencial para ser político, incluso por encima de la preparación profesional para asumir responsabilidades políticas públicas.

Aparece en tercer lugar la “cercanía con la gente”, sigue la experiencia, después la capacidad de diálogo y detrás la capacidad de liderazgo.

No tenemos por qué estar de acuerdo con esta escala de atributos que define un perfil de político deseado, en este caso concreto, por los españoles, según la encuesta del CIS. Pero lo que sí podemos concordar es en que necesitamos contar con un perfil muy diferente al perfil general que el colectivo de candidatos actuales configura. El problema no es solo político, en este momento es al mismo tiempo un grave problema ético. Debajo de las listas sábanas se pretende camuflar lo impresentable. Con la legislación permisiva para financiación de campañas se infiltra la narcopolítica. Con el nepotismo v el prebendarismo vigentes se destruye la meritocracia. El coktail resultante contiene un porcentaje alto de incompetencia, mediocridad y corrupción. Y con ese coktail no se logra ni el desarrollo, ni la justicia, ni la equidad, ni la liberación de la pobreza de quienes están al margen de los derechos humanos fundamentales.

Nuestra carreta política ha elegido caminos obsoletos y con fango. Necesita políticos creativos, innovadores, honestos, capaces de cambiar la carreta y empezar a construir los jets en los que puedan volar muy pronto la mayoría de los paraguayos, el 56%, que tienen menos de 30 años.

jmonterotirado@gmail.com

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