Mucho antes de los actos formales la disidencia colorada representada por el grupo de Colorados Añetete hizo saber que no estaría. El senador Mario Abdo, candidato del grupo en las internas, fue el encargado de hacer la embestida contra el oficialismo. A medida que se acercaba la fecha de asunción de las nuevas autoridades el discurso se inflamaba poniendo en cuestión incluso el resultado de las elecciones. Aseguraba que no fueron transparentes.
Sus acusaciones no tenían una base documental; el objetivo que se perseguía no era demostrar algo. Lo importante era desgastar, diferenciarse, pero sobre todo sostener el discurso opositor. Acercarse buenamente a integrar la Junta de Gobierno diluía el perfil disidente. Ponía en riesgo serio las aspiraciones presidenciales de Abdo.
A mediados de semana Pedro Alliana, ya como presidente en funciones del Partido Colorado, se reunió con Abdo buscando un acercamiento que termine con la división. El encuentro duró nada, apenas 20 minutos; no se pudo acordar. Para la disidencia ninguna oferta fue suficiente. Desde el principio era claro que ninguna sería aceptada.
Esta división dentro de la conducción del Partido Colorado sienta las bases de la disputa política para los próximos meses y años, antes de las elecciones generales. La disidencia está empeñada en trabajar un proyecto propio para desplazar al oficialismo. La base de operaciones claramente será el Congreso y puntualmente la Cámara de Senadores, donde los partidarios del Ejecutivo no tienen casi votos. Será el lugar donde Abdo buscará capitalizar sus fuerzas como herramienta política para delinear su futuro partidario. Buscará ampliar las bases que sustentan su proyecto.
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Esta composición de la interna colorada traerá consecuencias en la gestión de gobierno. No será extraño que en los meses venideros las iniciativas del Poder Ejecutivo tropiecen con serios obstáculos en el Congreso. A pesar de los lindos discursos, muchos de ellos naufragarán en las aguas de las internas.
El Ejecutivo se verá condicionado; tendrá que ceder espacios. Estará obligado a buscar alianzas, apoyos que le aseguren cierto margen para seguir gestionando los proyectos que lo posicionen ante el imaginario popular como un camino válido para seguir andando. Eso incomoda y mucho al ala técnica del Gobierno. Quieren espacio para seguir con los proyectos sin tener los apuros de un enfrentamiento político. Una empresa imposible en la administración de gobierno.
En medio de esta dura interna la posibilidad de la reelección presidencial todavía sigue siendo un tema de debate. Desde hace semanas la recolección de firmas para una constituyente está abierta y suma adeptos. En paralelo el diputado Óscar Tuma presentó ayer un pedido de enmienda constitucional, la vía más corta pero la más controvertida para habilitar un segundo mandato del presidente Horacio Cartes.
Por fuera el expresidente de la República Nicanor Duarte Frutos busca capitalizar el descontento de la dirigencia colorada para armar su propio espacio político pensando que las puertas de la reelección no están del todo cerradas.
La asunción de las nuevas autoridades partidarias en la ANR iluminó parte de lo que será el largo camino que llevará al país a las elecciones generales dentro de dos años. Ahora falta que los liberales vayan también definiendo su rumbo.
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