Gobiernos pusilánimes siguen postergando nuestra soberanía

Nuestro país sobrevivió a la hecatombe del 70 con sus desgracias humanas y materiales. Después del terrible episodio histórico pudo más la voluntad colectiva, en especial de la estoica mujer paraguaya, que rescató de sus cenizas la patria derruida.

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En el penoso recuento de la Guerra Guasu sobresalen el valor, la temeridad, la austeridad y la indoblegable resistencia de la estirpe paraguaya. Fue trascendente la dación de un pueblo, representado por López, que al decir de Goycoechea Menéndez “se sintió inmenso porque se sintió la patria”.

- En el año que fenece, a siglo y medio de aquella tragedia que agotaron las lágrimas de tanto penar, recordamos a nuestros compatriotas el formal compromiso de servir a la patria defendiendo con todo vigor los altos intereses nacionales.

La pusilanimidad de nuestros gobiernos, que siguen postergando nuestra soberanía energética, no se compadece con el sacrificio de un pueblo tan glorioso que en dos guerras internacionales marcó con sangre y fuego el pedazo de suelo en que hoy nos toca vivir.

Es oportuno recordar, en este magno acontecimiento cristiano, a los que se esfuerzan en el dignificador trabajo diario. Toda labor es digna cuando se vende el trabajo y no la conciencia. En ese contexto, es menester señalar la deuda histórica que tienen con el pueblo los que traicionando sus conciencias, entregaron la soberanía energética de la patria por treinta monedas de plata.

- Oportunamente, Martín de Goycoechea Menéndez (Córdoba, Argentina, 1877 – Mérida, México, 1906) nos refresca la memoria sobre el ser nacional o Ñande reko teete al servicio de su patria sin pedir retribuciones. Goycoechea es un poeta y narrador vinculado a las letras paraguayas desde su llegada a Asunción en 1901. Ganó celebridad al escribir algunas de las páginas que destacaba el extraordinario heroísmo paraguayo demostrado durante la Guerra contra la Triple Alianza, entre 1864 y 1870. De sus obras, es notable su colección titulada “Cuentos de los héroes y de las selvas guaraníes (1905)”, que contenía “La noche antes”. El dramático relato recreaba la víspera de la última batalla en Cerro Corá donde sería asesinado, por una horda no compatible con un ejército regular alguno, la figura más emblemática del Paraguay: el mariscal Francisco Solano López.

- “La noche antes”, fragmento

En medio de la calma de aquella noche, el mariscal revistaba su ejército. Como una vaga pincelada blanca se perfilaba las líneas de los cuerpos, prolongándose en la penumbra triste y suave, llena de rumores, en los cuales parecía desleírse toda la melancolía de las almas y de las cosas. ¡Soldados del 14! –Dijo el mariscal. ¡Cuatro pasos al frente!

Y avanzaron quince hombres, semidesnudos, con el fusil terciado, la frente altiva. El guerrero los contempló un momento, y luego ordenó:

- ¡Soldados del 43!

Cuatro hombres se destacaron de la línea. No quedaban más. Los cuatrocientos que faltaban en el regimiento dormían el buen sueño de la calma infinita en el fondo de los esteros, bajo las ruinas de los pueblos, entre los fosos de las trincheras.

Aquellos cuatro hombres se perfilaban entre la noche, firmes, solemnes, rígidos.

¡Soldados del 40! –mandó el mariscal.

Y sólo le respondió la noche, con los vagos sollozos de la selva...

juanantoniopozzo@gmail.com

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