Guapo a guapo

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Hace una semana mostrábamos confianza en lo que podía hacer la Albirroja ante el bicampeón de América, en aquella columna titulada “La mitad llena”, aludiendo a la ilusión y optimismo que generaba el regreso de Arce, la elección de los jugadores y el equipo que iba tomando forma para salir al césped del Defensores.

Paraguay demostró ante Chile unas ganas tremendas de reinsertarse en el grupo que ambiciona ir a Rusia, de alejarse de Bolivia, Perú y Venezuela, aquellos compañeros de la ruta tristemente agónica que tuvimos en el camino a Brasil 2014.

Claro que las inmensas ganas fueron robustecidas por un equipo que demostró tener con que, ahora y no en un futuro, como algunos quisieron instalar como premisa tras la Copa Centenario.

Se ganó ante Chile, quizás el rival más temido por muchos, pero esta noche ante Uruguay no habrá que bajar la guardia, ante un equipo que venía con buen tranco en Eliminatorias pero empezó a desinflarse en la Copa disputada en USA.

Con una tabla inmensamente comprimida, en la que sólo hay cuatro puntos de distancia entre el primero y el séptimo, la tendencia es que varios cupos clasificatorios recién se obtengan en el último combo.

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Propensos a saltar del más oscuro pesimismo a un triunfalismo que suele ser tan peligroso como efímero, confiamos en la madurez y humildad demostrada por este grupo humano que saltará hoy al campo de juego del Centenario, que seguro no se tragará aquello de “decadencia celeste” en un conjunto que aún tiene a Suárez, Godín y otros en lo más alto de la órbita mundial.

Es cierto que Cavani pasa por un muy mal momento, que el “Cebolla” Rodríguez vivió más lesionado que activo en los últimos meses, que Egidio Arévalo está gastado y que padece de una severa falta de fútbol colectivo, pero se juega en el Centenario y estos mismos jugadores ya se rebelaron varias veces ante la cercanía del acta de defunción.

Por eso, el “guapo a guapo”, “nativo a nativo” y “macho a macho”, tendrá absoluta vigencia esta noche, en un choque que suele tener trámites muy parecidos, cortados, con pocas opciones de gol, mucho juego largo e intensos duelos a la hora de ganar la pelota dividida.

Paraguay demostró ante Chile que tiene armas para jugar bien, como en los primeros minutos y en gran parte de la segunda etapa, pero lo más importante, recuperó el alma, la determinación y la convicción absoluta de no ser menos que nadie, aunque el entorno lo haya querido convencer de lo contrario.

Con un punto esta noche, el futuro nos sonríe, con tres hacemos el combo perfecto, si regresamos sin nada a no desesperar, que muchos se han vuelto así de Montevideo y el camino aún es largo. Insertar la calidad de Moreira, Gómez, Almirón y los Romero en una base que ya venía trabajando, invita a soñar con llegar al objetivo y

dar el salto futbolístico con más tiempo de trabajo, ya que por ahora lo que impera es el “guapo a guapo”, y en eso, históricamente demostramos ser buenos.

aandresfederico@gmail.com