Guerra por la ANR y otras batallas en 2016

Cierra un año que debió ser de consolidación política y de gestión para el gobierno de Horacio Cartes, pero que termina con una larga columna en el debe y poco en el haber. Igual que en 2014, las grandes obras de infraestructura, las inversiones y los puestos de trabajo prometidos quedan para el año próximo.

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El dramático desastre de los damnificados por las inundaciones en varios departamentos del país le sirve de alguna manera al Ejecutivo para tapar otras noticias negativas del año, como los vigentes secuestros de Edelio Morínigo y Abrahán Fehr, a los que el Presidente, increíblemente, ni siquiera mencionó en su mensaje de fin de año.

Sugestivamente, la reducción de la pobreza, uno de los caballitos de batalla del gobierno desde antes de asumir y hasta hace poco tiempo, ya no es tan mencionada en los discursos oficiales. Más allá de las cifras sobre la cantidad de familias asistidas por los programas sociales, las estadísticas no lo ayudan y mucho menos las imágenes de pobreza que se multiplican en las principales urbes del país.

En términos de política partidaria, el Mandatario ha logrado solo relativamente su objetivo de despejar el horizonte de adversarios de peso. El método empleado ha sido el de la imposición o del convencimiento por el lado económico, que son los “argumentos” que mejor conoce.

En uno de esos giros inesperados que tiene la disputa por el poder, Cartes ha hecho suya la figura de quien enfrentó a su candidato en la última interna por la presidencia de la ANR: Mario Abdo Benítez. Pese a la derrota electoral, el actual presidente del Senado salvó su imagen y aparece como un “mimado” del cartismo. No obstante, su lanzamiento prematuro y el colgarse la chapa de cartista pueden afectar sus posibilidades futuras, a medida que decline el mandato de la presente administración. La elección de Cartes posterga además a varios que se anotaban para la carrera presidencial y deseaban la bendición oficial. Algo que no dejará de tener consecuencias.

En 2016 asistiremos a una guerra partidaria cuya intensidad dependerá de la fortaleza que exhiban los actores que la librarán. Sin elecciones en todo ese año, Cartes se juega el todo por el todo al control partidario en la Junta de Gobierno, con los “Horacio boys” que integrarán desde marzo el organismo partidario. El objetivo es armar una estructura propia para lo que se viene, pero las cosas se pueden complicar mucho por el camino.

Un tema que puede crear “roncha” desde el vamos es la calamitosa situación financiera que heredará el diputado Pedro Alliana. Silenciar esta situación tendrá un gran costo, no solamente económico sino sobre todo político. Luego vendrán las negociaciones para armar una Comisión Ejecutiva que responda fielmente a sus intereses y acallar las voces críticas que surjan.

Si el Mandatario logra sortear con éxito la instancia interna, deberá tener la suerte de que no se haya asomado ningún liderazgo en la oposición.

Los problemas comunicativos siguen siendo el karma del presidente o tal vez porque a él no le cabe eso de dialogar. Conste que se nota un intento de cambiar el estilo y tener más acercamiento a los periodistas. Sin embargo, tropieza con una barrera difícil de sortear y que ha mostrado públicamente en varias oportunidades: la dificultad de transmitir un mensaje claro, directo y persuasivo sin estar de por medio un teleprompter o alguien que le dicte.

Cuesta creer que si Cartes se ocupa de la disputa política para consolidar su proyecto, tendrá tiempo de ocuparse de temas concretos: los secuestros de Edelio y Abrahán, la situación de los damnificados, la creciente presencia del narcotráfico en el escenario político o la pobreza, por nombrar algunos de los temas que deberían preocuparlo, antes de que termine su periodo.

mcaceres@abc.com.py

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