La situación de inseguridad que azota a la población del departamento del Amambay debe ser encarada por el Estado paraguayo como una prioridad, mucho más ahora que está invadido por elementos indeseables y sumamente sanguinarios de las bandas brasileñas del Primer Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV).
No se puede permitir que hombres poderosos del hampa fronteriza mantengan el “orden y la seguridad” del departamento, arrogándose autoridad no permitida por la ley y decidiendo quién vive y quién muere en la frontera. Es lo que hacían, según se comenta en la frontera, el otrora poderoso Fahd Jamil Georges y el asesinado Jorge Rafaat Toumani.
Y, es cierto, cuando durante tres décadas Amambay era “comandado” por un poderoso hampón, éste era quien ordenaba que no sucediera esto o aquello, no porque cuidara la ciudad, sino porque no permitía que nadie le hiciera sombra como la “máxima autoridad” del departamento. Durante ese tiempo hubo “ajusticiamientos” de “delincuentes de poca monta” que osaban quebrantar la paz de la población, como robacoches, robamotos, asaltantes, ladrones domiciliarios, etcétera. O aparecían muertos en alguna calle de Ponta Porã o en Pedro Juan Caballero o eran llevados al cementerio clandestino “Tres placas”.
En el año 2014 se hablaba de un grupo llamado “Justicieros del Norte”, que cortaban las manos de aquellos “delincuentes menores”. Ni peajeros, ni ladrones domiciliarios, ni motochorros, ni robacoches, ni robamotos se atrevieron a operar entre Pedro Juan Caballero y Ponta Porã por un buen tiempo, hasta el asesinato de Rafaat Toumani.
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En una sociedad civilizada no se puede aceptar que sean añoradas las épocas en que mafiosos, a sangre y fuego, imponían “orden” para proteger sus perversos intereses, y con ello mantenían cautiva a la población.
Es responsabilidad del Estado brindar la seguridad necesaria para que los habitantes del departamento, y de nuestro país, puedan trabajar, desarrollarse y vivir en paz, sin los asesinatos que ocurren casi a diario en la calle y a plena la luz del día, en ajustes de cuentas entre los facinerosos extranjeros que desde hace décadas tienen presa a la población fronteriza. Hace falta que los ciudadanos, de una vez por todas, exijan a las autoridades nacionales medidas severas y patrióticas a fin de devolver la libertad y la soberanía a los habitantes del hermoso departamento de Amambay.
El Amambay merece respeto, merece la atención del Estado paraguayo y no ser gobernado desde las sombras por sanguinarios mafiosos. Mafiosos que con dinero sucio del narcotráfico y amparados por un sistema electoral perverso, financian, dirigen y ganan elecciones para cargos a nivel nacional, departamental y distrital.
La respuesta ante tal falacia debe ser la presencia del Estado, con hombres probos, decididos a luchar frontalmente contra el crimen organizado para devolver la dignidad a los amambaienses. Es necesario contar con nuevas figuras políticas, limpias y con deseos de transformar la imagen del departamento Amambay. Es el anhelo de la gente honesta y consciente, la que no se alquila ni se vende, pero que vive atemorizada por el imperio de la mafia fronteriza.
Es responsabilidad del Estado restablecer la seguridad, expulsando de nuestro país a los cientos de criminales brasileños que se adueñan de las calles de las ciudades de Amambay sembrando terror y muerte, con total impunidad. El Amambay ya no debe ser tenido como un “mundo aparte” dirigido por “padrinos” poderosos que imponen su voluntad e implantan la “ley del silencio” y que abiertamente se codean con las autoridades.
candido@abc.com.py