Lc 9,11b-17
Inicialmente, consideremos la solemnidad de “Corpus Christi”, o del Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesucristo, cuya fiesta empezó a ser celebrada en Occidente hacia 1264. En seguida, vino la exposición y bendición con el Santísimo, y la hermosa procesión por las calles, que, infelizmente, se ha perdido en varias partes.
Con estas manifestaciones queremos proclamar visiblemente nuestra fe inconmovible en la presencia real de Cristo en la hostia y vino consagrados.
Esta presencia viene justamente de su Palabra creadora que sostiene: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo... Beban todos, porque esta es mi sangre, la sangre de la nueva Alianza...”. Y esta presencia se mantiene en cuanto se mantienen las características químicas del pan y del vino.
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Tenemos que aprender a amar y respetar más al Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesucristo, participando a cada domingo de la misa en nuestra comunidad, y jamás evitar este feliz encuentro por alguna frivolidad, o por organizar mal nuestro tiempo.
El Evangelio de este domingo es el de la multiplicación de los panes, cuando a cierta altura leemos: Jesús katu he’i ichupe kuéra: –Pemongaru peê.
Este es un mandamiento del Señor: denles ustedes mismos de comer.
Resulta que el cuerpo humano es sagrado, si queremos decir, es un santísimo cuerpo, ya que fue creado por Dios, redimido por Cristo, es morada del Espíritu Santo y está invitado a la gloriosa resurrección final.
Por ello, el Señor multiplica los panes para manifestar que todas las personas del mundo deben ser bien alimentadas y que no padezcan jamás la tortura del hambre. Sin embargo, vemos con tristeza y preocupación, que mucha gente pasa necesidad. Las técnicas para producir alimentos para todos son suficientes, pero los factores políticos, económicos y las raridades del mercado actúan de modo cruel.
De acuerdo con la FAO (organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación), una de cada nueve personas pasa hambre en el mundo, especialmente niños, y gente de la zona rural.
Por otro lado, una de cada ocho personas está obesa, por una excesiva y mala alimentación. Es lo que se dice comida “chatarra”: muchas calorías y mucho azúcar. El problema está en ser la más barata.
La fiesta de hoy abre nuestros ojos y nuestra conciencia para la dignidad del cuerpo humano, que no debe ser idolatrado, ni tampoco atropellado.
Que el Cuerpo de Cristo que comulgamos nos enseñe a compartir los alimentos, y también a moderar nuestra gula.
Paz y bien.
hnojoemar@gmail.com