Harms, el escrachado

El 22 de noviembre pasado, un grupo de personas que se identifican como vecinos autoconvocados de Itapúa protagonizó un ruidoso “escrache” en contra de los diputados Édgar Ortiz (PLRA) y Walter Harms (colorado). El repudio fue porque votaron a favor de la ley que reglamenta la pérdida de investidura, conocida popularmente como la ley de “autoblindaje” porque protege a los legisladores corruptos.

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Molesto por un escrache protagonizado por el grupo de vecinos frente a su casa, el diputado Harms se despachó con expresiones poco felices contra este periodista, tal vez en un intento por desacreditar la manifestación de reclamo ciudadano y desviar la atención del punto principal.

Los ciudadanos ya están cansados de la impunidad y los privilegios de nuestros representantes en el Congreso Nacional, afirmaban los manifestantes durante la movilización. Advirtieron que la protesta es apenas el inicio de una “cruzada nacional” que se extenderá a todos los representantes, a lo largo del territorio paraguayo.

Luego de una ruidosa manifestación frente a la casa del diputado Ortiz, los manifestantes se trasladaron a la vivienda de Harms. Allí también quemaron un muñeco de trapo (“Judas kái”) el cual rápidamente fue sofocado por uno de los policías que acudieron a resguardar el sitio.

El diputado Ortiz al menos tuvo la valentía de salir a encarar a los manifestantes y tratar de explicar su posición ante los cuestionamientos. Actitud que no tuvo el diputado Harms, quien prefirió mantenerse oculto en su quincho junto con otras ocho personas, según lo confesó posteriormente en declaraciones a un medio radial itapuense y en las que incluso deslizó una velada amenaza a los manifestantes.

Tal vez engreído por integrar uno de los poderes del Estado, haciendo gala de petulancia y prepotencia, el diputado Harms “vomitó” agresiones a diestra y siniestra contra los manifestantes y este periodista. Expresiones que tiraron por tierra la dignidad y el “señorío” que deben guardar quienes ocupan cargos públicos de tal relevancia para la sociedad.

Enceguecido por sus ínfulas de autoridad política, parecía haber olvidado que subió al carro del poder prendido del saco de su suegro, el exgobernador de Itapúa Lucio Vergara. También pareciera haber sacado de la memoria que se mantiene en el poder gracias a la funcionalidad y servilismo a los poderosos del momento dentro de su partido; los que dan el visto bueno a la hora de confeccionar las listas sábanas de los candidatos en las que se cuelan zoqueteros como él.

El diputado Harms, de “feroz” opositor al candidato colorado a la Presidencia de la República en el año 2013, Horacio Cartes, se convirtió en el más rabioso de los cartistas. Llega al punto de ser uno de sus más conspicuos operadores en la intentona de violar la Constitución Nacional para forzar su reelección vía enmienda, aventura golpista que terminó con la trágica muerte de un joven paraguayo, Rodrigo Quintana, tras los incidentes en el Congreso Nacional, donde ciudadanos indignados impidieron que unos “piratas” de la política se salieran con la suya.

En una parte de la entrevista radial, el diputado Harms dijo no saber si “vale la pena” la política cuando se es objeto de críticas y cuestionamientos. Conviene recordarle que mucho –si no todo– de lo que ostenta se lo debe a los privilegios que otorga el poder. Incluso aquel “sacrificado” viaje que realizó del 24 de abril al 1 de mayo del año 2015 a Israel en el que mediante el dinero de todos los paraguayos se relajó y disfrutó de la “fangoterapia” en las costas del Mar Muerto frente al Mar Mediterráneo. En aquella “misión parlamentaria” llevó un viático de G. 8 millones, que difícilmente pueda justificar.

En contrapartida, poco y nada de aporte podemos encontrar en pos de una sociedad mejor, con mejores condiciones de desarrollo para el ciudadano de a pie, ese que le vota y entrona en el poder a sus propios verdugos. A tenor de sus expresiones agraviantes y soeces, su aporte como político ni siquiera apunta a la construcción de una sociedad más tolerante.

jaroa@abc.com.py

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