Hay tanto por hacer todavía

Ya querríamos muchos seres humanos un mundo mejor, en paz, donde la pobreza no tenga rostro de niños inocentes y donde las guerras fueran una simple fantasía que solemos ver en las películas y no una realidad que acaba con la existencia de millones de hombres y mujeres.

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Pero la verdad es contundente como las noticias y no queda más remedio que asumirla.

Bien por aquellos países que están en franca vía de desarrollo. Sus habitantes podrán llegar a desarrollar plenamente su potencial intelectual, artístico, científico, económico, para convertirse en referentes de otros que buscan un modelo de prosperidad y bienestar.

Ahora bien: ¿Qué pasa con el Paraguay?

No nos sacuden catástrofes naturales y sin embargo nos es tan extremadamente difícil llegar a despegar de este estado de corrupción y de pobreza en el cual estamos sumergidos.

Cualquiera puede ver a los chicos de corta edad consumiendo crack y otras drogas en plena vía pública. Esta verdad es lacerante. Ellos merecen por su condición de infantes condiciones dignas de vida.

¿Y qué decir de aquellas personas que deben viajar en ómnibus desde lugares distantes, como sardinas, para soportar a duras penas un tránsito caótico que acaba por estresar?
Supongo que los usuarios de los transportes públicos llegan a sus sitios de trabajo más que cansados. Y cansados y fastidiados como están, deben trabajar absorbiendo un horario exagerado que a veces sobrepasa su capacidad de rendimiento físico y mental.

El estrés les va marchitando la existencia lentamente. Y debería saberse que este mal no solamente es causante de insomnio, carencia de apetito, alteraciones en el ánimo, falta de concentración, sino, además, graves problemas de salud que ameritan una visita a un profesional. Mucho cuidado...

Por otro lado, las emisiones de los caños de escape de los vehículos en pésimas condiciones van esparciendo en la atmósfera gases de alta toxicidad que minan los pulmones de las gentes.

La polución ambiental es una directa afrenta a la salud de la población.

Cada vez son más frecuentes los casos de niños que nacen con serios problemas respiratorios.

Otra cosa: El Paraguay figura entre los países donde la educación es una de las más bajas. Lástima de lástima, porque no debería ser así.

Los niños y los jóvenes, víctimas de una educación que deja mucho que desear, no estarán en condiciones de elevar, de dignificar nuestra nación.

Muy bien por aquellos jóvenes que van a realizar su formación educativa en países donde la educación es la prioridad del Gobierno. Ellos sí podrán ser buenos profesionales y entrarán, si la ocasión se presenta, en un área de competencia que les abrirá mejores puertas hacia el futuro.

La inseguridad reinante en el ambiente es un tema pendiente que debería ser abordado con urgencia por nuestras autoridades.

A diario se van reportando casos de individuos que han sido víctimas de asaltos en las calles o en sus domicilios.

Se roba a la gente tanto de día como de noche.

Mientras tanto, nuestros gobernantes solamente parecen interesados en prometer a los ilusos lo que no van a cumplir. O cumplirán a medias. En fin. Queda tanto por hacer.

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