Ignorancia económica

Porfirio Cristaldo Ayala La promesa de la democracia es que los electores normalmente tienden a castigar con su voto a los malos gobernantes y reemplazarlos por otros. Este proceso de prueba y error debería llevar con el tiempo al progreso social a través de la elección de mejores gobiernos.

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Es preciso, sin embargo, que los electores evalúen también las políticas económicas de los candidatos, votando a las buenas propuestas y rechazando las malas. No ocurre así, lamentablemente. En buena parte de los países del Tercer Mundo el analfabetismo económico favorece a los políticos populistas y tiende a perpetuar la pobreza.

El Paraguay es un ejemplo interesante. El país está sumido en el desastre a causa de las malas políticas y corrupción de sus gobernantes. No obstante, en las próximas elecciones con seguridad elegirán de nuevo a los malos gobernantes. Los votantes votarán a los candidatos por el partido político, la tradición, el color, la bandera, sin tener en cuenta sus políticas económicas y su capacidad para llevarlas adelante. Dejarán de lado la única consideración que podría sacar al país del pozo. Peor aún, las pocas evaluaciones que se realicen sobre política económica estarán fundadas en las mentiras del populismo.

La mayoría no entiende como funciona la economía y lo poco que sabe suele estar errado. Esto ocurre también en países desarrollados. Encuestas realizadas en EE UU indican la gravedad y extensión del analfabetismo económico. Y, si bien existen grandes divergencias entre los propios economistas, la ciencia económica tiene un núcleo de principios fundamentales que son aceptados por casi todos.
Los economistas están de acuerdo que el libre comercio tiende a incrementar la producción y el empleo. La gente, en cambio, cree que la competencia de países más desarrollados puede destruir fuentes de trabajo, como advierten los empresarios y sindicalistas cuando buscan protecciones y exigen nuevas trabas al comercio. Es un error. Por el principio de las ventajas comparativas, la especialización y el comercio entre países inevitablemente aumenta la producción y el empleo total incluso para una cantidad fija de recursos. Es así que entre el Mercosur y el ALCA, el primero, una unión aduanera de carácter proteccionista, y el segundo, un acuerdo de libre comercio, el ALCA es más conveniente para el Paraguay. Esta es una opción esencial que tendrán que decidir los gobernantes en el futuro cercano.

En Paraguay urge la privatización de las empresas estatales deficitarias. Pero algunos desconfían de la privatización, no porque creen que el Estado es capaz de ofrecer un buen servicio a bajo costo, con escasa corrupción, sino porque temen la pérdida de fuentes de trabajo. Es un error. Los economistas bien saben que este es un efecto temporal y que preservar empleos obsoletos, tanto en el sector estatal como privado, tiende a restringir la producción y la oferta total de empleos. Cuando se mantiene a los trabajadores en empleos obsoletos, el país pierde la producción que tendrían los mismos de trabajar en empleos más productivos. Por eso, la excesiva seguridad laboral lleva al estancamiento económico. Mientras la gente no entienda esto, no alentará las privatizaciones ni exigirá el achicamiento del Estado.

Pero donde el desconocimiento económico es más evidente es en el funcionamiento del mercado. Mucha gente no cree que los precios varían de acuerdo a las leyes de la oferta y la demanda. La mayoría piensa que los aumentos de precios surgen de oscuras conspiraciones tales como el deseo de algunos empresarios de aumentar sus ganancias. Por eso apoyan las regulaciones y el control de precios por el Estado. Es un error. Los empresarios buscan aumentar sus ganancias todo el tiempo. No alzan los precios porque las fuerzas de la oferta y demanda se lo impiden. Los economistas saben que el mercado normalmente funciona en beneficio de la gente. El siglo XX ha demostrado que el mercado libre es la mejor garantía de desarrollo y prosperidad para los pueblos.

La democracia puede sacar al Paraguay de la miseria. No se precisa sino impulsar la educación económica elemental de los ciudadanos. La gente debe saber que para crear empleos productivos es preciso eliminar los empleos improductivos en el sector público, que la competencia interna y externa siempre redunda en beneficio del país, aunque en perjuicio de los sectores privilegiados, y que los mercados, cuanto más libres, más recompensas traen a los pueblos.

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