Inteligencia artificial y educación

Este artículo tiene 9 años de antigüedad

El miércoles pasado, dos del presente mes, falleció en California con 88 años de edad John McCarthy, creador del término “Inteligencia Artificial” y del lenguaje LISP de informática. En 1956 utilizó por primera vez el término inteligencia artificial refiriéndose a máquinas que son capaces de resolver problemas después de una evaluación previa.

La empresa japonesa Sony anunció este pasado jueves, tres del presente, que ha comprado el 20% de las acciones de Cogitat y que juntas producirán en tres años máquinas capaces de aprender continua y automáticamente en interacción con la vida real.

En la historia de la inteligencia artificial ha habido ciclos de optimismo, como en los años 50, y de pesimismo, como en los 70, cuando no se alcanzaban nuevos éxitos e Inglaterra redujo su presupuesto de financiación para este campo. Los éxitos posteriores como el famoso Watson de IBM y logros espectaculares, al unirse la investigación de inteligencia artificial con el desarrollo de la robótica y la nanotecnología, levantaron de nuevo el optimismo a máximo nivel. Ahora hay ingenieros trabajando, valga el ejemplo, en la producción de un “ciberdoctor” de inteligencia artificial”, instalado en un reloj de pulsera, capaz de diagnosticar estados de enfermedades comunes, dar orientaciones de emergencia y recomendar ir al doctor para confirmar diagnóstico y terapia (Michio Kaku. 2014, 281ss).

Más revolucionario aún es el avance de la inteligencia artificial con tecnologías que posibilitan introducir chips y nano(ro)bots dentro del cuerpo humano. Ya se habla de cerebro artificial y conciencia de silicio.

Para muchos ciudadanos del mundo e imagino con fundamento del Paraguay, todo este tipo de información suena todavía a ciencia ficción, aunque en verdad ya está en la ciencia real y en la experimentación controlada; pero es una realidad tan extraña y supuestamente costosa que se la ve ajena a nuestra vida. Eso mismo pudieron pensar los abuelos de quienes somos mayores si se les hubiera hablado del teléfono móvil e inteligente y de máquinas computadoras con posibilidad de transmitir sonidos lenguajes escritos, imágenes en diferido y en directo, etc. Y lo entonces insospechado, ya está al alcance de casi todos.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Los educadores, sobre todo los educadores profesionales, no podemos seguir educando como si los niños, adolescentes y jóvenes no estuvieran abocados a vivir en un futuro próximo en el que la inteligencia artificial vaya a quedar pasiva y externa a nuestro propio cuerpo. Los menores de hoy vivirán un mundo donde los cambios acelerados serán la constante. Necesitarán unas competencias, actitudes, valores, ética, visión profunda de lo que significa la evolución incontenible del ser humano, que les posibilite ser actores activos en el mundo que les tocará vivir.

¿Qué significará para ellos (hijos y nietos) poder trabajar si los robots inteligentes podrán producir más, con mejor calidad y más barato que cualquier humano? ¿A qué nivel de desarrollo de su inteligencia natural y su capacidad de pensar tienen que llegar para no quedar totalmente marginados?

En este futuro, tan próximo que ya nos ha alcanzado, será imposible entender lo que pasa si la educación sigue anclada en conocimientos que ya están superados, descartados y suplidos por otros más profundos y acordes con dimensiones antes desconocidas de la realidad. La física de Newton ha sido exclusiva y muy útil, pero actualmente nos guste o no, la entendamos o no, hay que contar inevitablemente con la física cuántica. Seguir con diseños curriculares que la ignoran es ser analfabetos en física y derivadamente en ciencias con ella relacionadas.

Lo mismo puede decirse de la biología y consecuentemente de las ciencias naturales. La nueva manera de comprender la “materia” desde el concepto de energía de Einstein ha generado la “neobiología” en la que Bruce Lipton encuentra posibles soluciones desde las energías mentales para la terapia de enfermedades tan letales como el cáncer.

El vertiginoso avance de las ciencias y las tecnologías impone además una revisión sustancial de la educación para el desarrollo de la inteligencia en sus muchas potencialidades, tal como las vienen describiendo Howard Gardner, Daniel Goleman Robert Sternberg, entre otros. Y al mismo tiempo una formación específica en diversos modos de pensar, hoy necesarios para poder interpretar y comprender la cada día mayor complejidad descubierta en todo lo existente.

jmonterotirado@gmail.com