Intento de despojo

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El intendente de Asunción, Mario Ferreiro, tiene en sus manos rectificar las medidas manchadas de corrupción de sus colegas anteriores con respecto al terreno de 6.033 m² hoy valuado en cinco millones de dólares que fue cedido en el año 1973 gratuitamente a una organización de membrete: Centro de Acción Social Universitaria (CASU).

El Dr. Alfredo Molinas era uno de los rabiosos stronistas que en vez de ofrecer solo hurras “a mi general” juntaba a unos cuantos médicos y odontólogos, también trepadores, para concurrir a los barrios pobres a ofrecer “asistencia social” en las seccionales. Con las fotografías que le publicaba el diario Patria y algunas que otras entrevistas por radio, Molinas logró una banca parlamentaria.

Fue fácil para él hacerse de un terreno municipal muy valioso, ya entonces (no solo ahora), de más de media hectárea en el cruce de dos avenidas importantes, en la cabecera del superviaducto.

Lógicamente para quedar bien con él y de paso con “mi general”, el proyecto de construcción recibió varias donaciones. Hoy, el inmueble que se adjudicó gratuitamente cuesta cinco millones de dólares, y para que vean que no todos los stronistas eran burros, hoy la presidenta del CASU es su hija y ella es CASU.

A los reporteros municipales de entonces, 1973, nos llamó la atención que mientras la Municipalidad debía comprar terrenos para plazas –porque se decía que ya no existían terrenos municipales– se adjudicaban estos espacios gratuitamente. Por entonces era muy común que particulares con influencia se apropiaran de terrenos fiscales, y si esto se disfrazaba de entidad de beneficencia, hasta parecía un lujo para quienes adjudicaban al influjo de la orden superior.

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La Municipalidad dice no tener 3.000 millones de guaraníes para abonar por las mejoras y recuperar el inmueble. No es una cuestión de dinero, se trata de una oportunidad de rectificación histórica, de recuperar un espacio público cedido abusivamente por alguien en retribución a la obsecuencia, sin mérito alguno para recibir privilegios y menos aún para transmitirlo en herencia inmerecida e ilegítima a sus descendientes.

El intendente sabe qué hacer si quiere agradar a los stronistas y a sus bebesaurios, pero también sabe cómo hacer si tiene la intención de poner las cosas en su lugar y rendir culto a la decencia, y la legalidad además de prestigiar la memoria frente al olvido corrupto y cómplice con la amenaza de una impunidad perversa.

ebritez@abc.com.py