Invertir en Paraguay

SALAMANCA. Me lo he dicho mil veces y lo he escrito otras tantas, pero no logro convencerme de que solo se aprende a partir de la experiencia propia; la ajena no nos sirve por más que nos esté proporcionando enseñanzas a borbotones. Comencemos por España, donde, desde hace un par de años, se viene investigando un caso de megacorrupción a cargo del expresidente de la Generalitat catalana, Jordi Pujol i Soley, que ocupó el cargo desde 1980 hasta 2003 basando su popularidad, especialmente, en su política nacionalista; es decir, proclamándose partidario de la independencia de Cataluña del resto de España. Ya en una oportunidad anterior, ante sospechas de estar involucrado en casos de corrupción, apareció en el balcón de la Generalitat (sede del gobierno catalán) envuelto en la bandera catalana declarándose víctima de una gigantesca conspiración no tanto en su contra, como en contra de la propia Cataluña. El pueblo reunido abajo se deshizo en vítores a favor de Pujol y en contra de España que “una vez más demostraba su odio”.

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Los nacionalismos son malos consejeros. Hasta hoy solo han provocado guerras, sembrado odios y creado rivalidades. Y en muchas ocasiones han protegido a delincuentes. A partir de 2012 la prensa comenzó a publicar posibles casos de corrupción durante su gobierno a través de concesiones de obras públicas, lo que había hecho que su fortuna familiar creciera de manera exponencial. El dinero al que se aludía no aparecía por ninguna parte, mientras la banca suiza negaba que lo tuviera a Pujol como cliente. Hasta que en 2014 el propio Pujol, a través de un comunicado que entregó a la prensa, reconoció que tenía una cierta fortuna que no declaró a Hacienda, en cuentas en Andorra, un paraíso fiscal que le quedaba mucho más cerca que Suiza. El origen: una herencia que le había dejado su padre al morir. Una historia que no se la creyó nadie.

Para no dar largas al asunto que tiene muchos detalles, la mayoría de ellos muy ilustrativos de lo que es la corrupción a alto nivel mezclado con la política, con la mentira, con el engaño del nacionalismo y el agitar de banderas que siempre enardece a los fanáticos y a un pueblo dispuesto a dejarse engatusar, en este momento Pujol, su esposa Marta Ferrusola y sus siete hijos: Jordi, Marta, Josep, Pere, Oriol, Mireia y Oleguer, están implicados hasta los tuétanos en un gigantesco proceso de corrupción en el que se valieron del cargo que ocupaba su padre y la popularidad de la que gozaba, con una honradez más allá de toda sospecha, para dedicarse al robo desvergonzado e insaciable del dinero público.

La Fiscalía Anticorrupción acaba de pedir que Oriol Pujol Ferrusola sea condenado a cinco años y dos meses de cárcel por el caso ITV (Inspección Técnica de Vehículos), acusándole de tráfico de influencias, cohecho y falsedad documental. También solicitó tres años y cuatro meses de cárcel para su mujer, Anna Vidal, que fue el canal utilizado por el exdiputado nacionalista para cobrar los sobornos.

Pero aquí no acaba la historia. El diario El País, el de mayor circulación en España, en su edición del último martes señala que “Jordi Pujol, el hijo mayor del expresidente catalán, ha dedicado sus energías a dos tareas desde que fue imputado por sus negocios presuntamente ilícitos: defenderse de las acusaciones... y buscar nuevos negocios”. Luego especifica cuáles son esos “nuevos negocios”. Unos correos electrónicos de 2015 demuestran que el hijo mayor intentó cerrar nuevos negocios relacionados con infraestructuras ferroviarias en Paraguay.

En uno de sus correos, el empresario Ernesto Dos Santos le explica que están “precalificados” en varias rutas de ferrocarril y que, según le había informado un ministro de ese país, “los proyectos serían lanzados en pocos días”.

¿Alguien, en nuestro país, escuchó hablar de “varias rutas de ferrocarril” cuando en realidad lo que se ha hecho en los últimos años es arrancar las vías que antiguamente llevaban al tren hasta la estación de la Plaza Uruguaya? ¿Se dieron a conocer, realmente, esos proyectos que, por una imperdonable distracción mía, no llegué a enterarme? Aunque también queda la posibilidad de que las regalías que se logren con tales proyectos vayan a parar (o quizá ya hayan ido) a esos paraísos que hay en el Caribe y que nada tienen que ver con el Paraíso Terrenal. Que alguien continúe contando la historia. Hasta aquí he cumplido con la parte que me corresponde.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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