Jugando con fuego

Asombra un tanto que el Poder Ejecutivo haya elegido los últimos días del año, para despelotar el ambiente político, económico y social del país, con anuncios y movidas que resultaron en muestras de torpeza imperdonables en un presidente de la República y que pueden condicionar decisivamente la gobernabilidad, a pocas horas de iniciar lo que será de hecho su último año de mandato.

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El impulso a un nuevo proyecto de reelección vía enmienda de la Constitución, acompañado de una profusión de propaganda estatal en todos los medios de comunicación y redes sociales sobre los presuntos logros de esta administración, han saturado a la opinión pública, provocando una reacción contraria a la esperada y sin que el proyecto haya sido presentado hasta ahora.

Las sorpresiva puesta en vigencia, a pocos días de terminar el ejercicio anual, de nuevas reglas del Impuesto a la Renta Personal que entrarán a regir inmediatamente, con la evidente intención de recaudar “a como venga”, ha motivado la fuerte reacción en contra de gremios empresariales y profesionales, sumándose una nueva cuadrilla de críticos a su gestión.

El veto total al Presupuesto General de la Nación 2017, medida inédita en los 24 años de vigencia de la Constitución, sorprendió a los mismos oficialistas. La decisión, producto al parecer de una reacción intempestiva, es considerada temeraria por los mismos legisladores cartistas quienes, sin embargo, no se animan a señalarle con todas las letras a Horacio Cartes el error que está cometiendo.

Increíblemente, el presidente remitió su veto a la Comisión Permanente del Congreso sin un decreto de convocatoria a sesiones a las cámaras legislativas, como es su atribución y como correspondía, dada la urgencia del tema. La oposición y los disidentes colorados decidieron no hacer la convocatoria y lo hizo luego el Ejecutivo, como debió ser desde el principio.

El Presidente de la República está ahora en la situación de tener que elegir entre opciones igualmente malas para él: o retira el veto al presupuesto y lo cambia por un veto parcial, con lo cual estará admitiendo que se equivocó y que la oposición le ganó la partida o persiste en su error, con lo cual dificultará su gestión económica y política del último año hasta límites insospechados, dinamitando el escenario político y social y poniéndose en contra a los gremios estatales. En suma, creando una inestabilidad que conspirará contra su deseo de reelección e inclusive con su posible papel de “gran elector” dentro del Partido Colorado.

Lo sorprendente es que el Ejecutivo se metió en esta situación tan compleja como producto de sus propias decisiones o tal vez con el asesoramiento de “expertos” que más que tranquilizar el ambiente aparentemente le aconsejan que confronte con la oposición, incluyendo la de su mismo partido.

Es posible que Cartes haya elegido esta hoja de ruta en su último año, para destruir la ya endeble institucionalidad del país, creando así las condiciones para propuestas que van en contra de la Constitución. Debe pensar que en un ambiente de conflicto y de polarización política es más fácil convencer a la sociedad sobre salidas reñidas con la legalidad democrática, a las que se maquillará con interpretaciones “a medida” de la Constitución.

De paso, logra desviar la atención sobre inocultables fracasos en materia de seguridad, salud y educación, evita hablar de los secuestrados por el EPP y del frustrado plan de las inauguraciones masivas de obras de infraestructura que pensaba hacer este diciembre.

El Ejecutivo está jugando con fuego en este momento, sin calcular que tal vez sea él, a la larga o a la corta, el principal afectado por las llamas.

mcaceres@abc.com.py 

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