De modo que quienes pretenden forzar el proyecto de enmienda, pro reelección, tendrán que rendir cuentas de su accionar, no solo ante Dios y la Patria, sino ante la justicia y la ciudadanía.
Los últimos episodios violentos que se vivieron a raíz del desatinado plan de enmienda constitucional demuestra que poco o nada les interesa a quienes detentan el poder el futuro de nuestro país. Es una prueba de que solo les importa el poder por el poder y no el bien común ni la tranquilidad de los habitantes.
Las autoridades nacionales, encabezadas por el presidente Horacio Cartes, apoyados por los luguistas y liberollanistascartistas, se empecinan en el proyecto, pese al hartazgo de la gente.
En realidad, los actos de violencia de por sí son flagrantes atropellos por causar inestabilidad política, inseguridad, violencia y muerte. Cuando organismos de la fuerza pública arremeten contra los ciudadanos, golpean, torturan y asesinan, ocurre lo que se llama terrorismo de Estado.
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Estos episodios se vivieron durante la dictadura del general Alfredo Stroessner. La cruenta represión durante la Pascua Dolorosa en Santa Rosa, Misiones, es una página de la historia reciente del Paraguay que no debe repetirse, por violar principios elementales del ciudadano y en especial la dignidad de la persona humana.
Los sucesos del 15 de abril de 1976, con la muerte de Silvarno Ortellado Flores, líder campesino de Santa Rosa, quien fue torturado y asesinado por la policía stronista, delante de sus hijos, Eusebio y Juan Ortellado Meza.
Los recuerdos volvieron a la memoria de los hijos y de las víctimas. Por eso, en vez de insistir en el empecinado plan de enmienda, las autoridades deberían de trabajar por la paz social, fortalecer los pilares de la democracia, buscar el bien común y promover el desarrollo.
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