La agenda política y los enemigos internos

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Los anuncios de dirigentes colorados de que el triunfo electoral de Mario Abdo Benítez empalidecería a los del dictador Alfredo Stroessner, que solían ser de 90-10, quedaron en simple bravuconada. O, mejor dicho, en una subestimación sobre la capacidad de pensar y de decidir del electorado paraguayo.

Existe una coincidencia generalizada, en los análisis previos a las elecciones, sobre la falta de carisma de los dos candidatos que compitieron el domingo. Lo más que se podría decir es que uno u otro despertaba cierta simpatía pero, en ningún caso, entusiasmo. Se notó, en los actos y en la conversación diaria de la gente, que había más indiferencia que cualquier otro sentimiento.

Posiblemente, como ya ocurrió antes en nuestra historia democrática post-dictadura, buena parte de los votos hayan sido anti (alguno-algo) antes que pro (alguno-algo).

Para Abdo Benítez comienza ahora la parte realmente difícil que será la de gobernar, hacerse de un equipo político, elegir a su gabinete y contentar los innumerables pedidos que habrá de “los amigos”. 

Horacio Cartes, así como están las cosas, renunciará a la presidencia para asegurarse poder jurar el 30 de junio con los demás senadores electos. En el escenario actual, el Mandatario contaría con los votos que le hacen falta para que le acepten la renuncia.

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Antes, el Congreso deberá elegir a un vicepresidente. La candidata de Cartes es la ministra de la Corte Suprema Alicia Puchetta, quien debe renunciar a su cargo para poder asumir.

De darse estos pasos, la ahora ministra asumirá en algún momento la presidencia y será la encargada de leer el 1 de julio el último informe de gestión de este gobierno, en la que ella nada tuvo que ver.

Tomando en cuenta que los voceros del Mandatario electo dijeron que le solicitarán la renuncia a todos los miembros de la Corte y que, de no hacerlo, se los presionará sacando gente a las calles, Pucheta puede tomar el cargo de presidenta provisional como un premio consuelo o como parte de pago del fallo que avaló la candidatura de Cartes al Senado.

Poco tiempo después de asumir, Abdo Benítez tiene planeado ocuparse de la convocatoria a una Convención Nacional Constituyente para principios del año próximo.

El tema de la reelección presidencial volverá al tapete. Igual que prometió Cartes en su momento, el Mandatario electo dice que no avalará que se apruebe para favorecerse él. Ver para creer.

Abdo también anunció que uno de sus objetivos será despolitizar la Justicia, lo cual debe entenderse como despartidizarla, algo que a priori parece imposible. No explicó ni está claro de qué manera se propone hacer eso.

Una cuestión que es motivo de fuerte debate es cuál será el papel de Horacio Cartes a partir de ahora. Están quienes creen que, con el triunfo de Abdo, comienza el ocaso del empresario tabacalero, ya que su reemplazante tendrá la lapicera y será el dueño de los cargos.

Otros consideran que Cartes seguirá con su proyecto político, que conservará la estructura de las gobernaciones y a sus leales en el Partido Colorado y en el Congreso para competir por el liderazgo en el Partido Colorado contra Abdo y el equipo que arme.

No es solo que Abdo Benítez carece de mayoría propia en el Senado sino que además no puede estar seguro de confiar en sus correligionarios en el mediano y largo plazo, ya que más temprano que tarde comenzarán a disputarle el poder partidario.

No es descabellado pensar que, en más de una ocasión, el nuevo presidente hará uso de la buena sintonía que parece tener con un sector de la oposición para manejar el poder y las presiones a las que se verá sometido.

mcaceres@abc.com.py