La delicada situación del Amambay

El departamento de Amambay no pasa por sus mejores momentos. Una crisis comercial que ya lleva varios años desembocó en cierre de locales de ventas y pérdida de puestos de trabajo, especialmente de jóvenes que, a su vez, postergan sus estudios universitarios al no tener forma de solventarlos.

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En una reciente entrevista, uno de los representantes de la Cámara de Comercio del Amambay señaló que “el comercio fronterizo está delicado y con pronóstico reservado”. A la crisis comercial y económica se suma una situación aún más grave, cual es la violencia extrema de las bandas de narcotraficantes brasileños que se apoderaron del Amambay, algo nunca antes visto en la zona. Los asesinatos en plena calle y en pleno día se suceden a diario sin que ninguna autoridad nacional sea capaz de intervenir y poner límites a tanta violencia que tiñe de sangre el departamento de Amambay.

Es increíble cómo, con tanta facilidad, los narcos brasileños del Comando Vermelho y del Primer Comando da Capital lograron en pocos años tener cautivo a todo un departamento; hasta los propios delincuentes nacionales en pocos meses se rindieron al poder de estos criminales, y hoy son meros “secretarios” de los sanguinarios delincuentes brasileños.

La mafia brasileña del narcotráfico halló en el departamento de Amambay una guarida perfecta, y en la zona se adueñaron del tráfico de armas y de la marihuana proveniente de las extensas plantaciones existentes en el territorio y, por sobre todo, del corredor de la cocaína proveniente de Bolivia, Perú y Colombia, que producen ganancias multimillonarias con las que compran conciencias e impunidad de autoridades corruptas que “gustosos” se someten a ellos brindándoles protección, exención e incluso documentos paraguayos.

Gracias a la corrupción imperante, estos indeseables criminales que huyen de la justicia de su país se pasean por calles amambaienses a bordo de vehículos blindados, portando potentes armas con las que imponen sus leyes a sangre y fuego ante la nula presencia del Estado, que tiene la obligación de frenarlos, detenerlos y expulsarlos del país.

Esta “invasión” de narcos brasileños dejó el año pasado un total de 134 hechos de homicidio que sacudieron al Amambay. De esta cantidad de asesinatos, un 99% lleva el sello de la mafia del narcotráfico, y en su absoluta mayoría estas muertes no fueron dilucidadas, convirtiéndose en “crímenes perfectos”.

Si el comercio fronterizo está “delicado y con pronóstico reservado”, la seguridad del Amambay está en terapia intensiva.

Muy por el contrario a la situación del comercio fronterizo, que se debate en años de crisis sin que ninguna autoridad nacional se preocupe, el narcotráfico y la mafia organizada goza de excelente salud: no existe crisis en el tráfico de drogas en Amambay.

Cuando el comercio fronterizo está en crisis y centenas de personas quedan sin trabajo, ante las necesidades apremiantes las personas caen fácilmente en las garras de los narcos, que las utilizan como mulas para tráfico de drogas hacia el mercado brasileño.

El departamento de Amambay merece una realidad mejor de la que está viviendo, y es por eso que la población digna y de bien, que es mayoritaria, exige una vez más que el Estado se haga presente e inicie una lucha frontal contra la mafia organizada, que haga imponer nuestras leyes, deteniendo y expulsando a los criminales que se apoderaron de esta parte del país y la convirtió en un campo de guerra para defender sus sucios negocios. Estos criminales no dudan en secuestrar y asesinar a los que osan cruzarse en sus caminos y, de esa forma, imponen el terror en la comunidad.

Si el Estado no actúa en forma rápida, los tentáculos de la mafia del narcotráfico brasileño en pocos años más se extenderán y apoderarán de nuestro país solventando elecciones, imponiendo autoridades con mucho más peso de lo que ya hemos visto en los últimos años en la vida política de nuestro país.

candido@abc.com.py

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