La investigación periodística parcial

Cuando el periodista investiga un caso no debe dejarlo a mitad de camino. Tiene que insistir hasta el final, hasta que no haya nada más que decir. Si se tratase de un hecho de corrupción –la mayoría de las investigaciones periodísticas lo tiene como tema– la conclusión debe darse recién cuando la justicia se haya expedido. Y si los fiscales no se enteran de la denuncia, insistir hasta que intervengan. No siempre se logra, pero es peor que la prensa se calle por cansancio, desidia o frustración.

Cargando...

Llegar hasta el final del trabajo es una exigencia de la profesión. La encontramos en los Libros de Estilo que manejan los grandes medios. “Un libro de estilo –leemos en la presentación correspondiente al diario madrileño El País– no es una gramática ni un diccionario al uso. Es simplemente un código interno de la Redacción de cualquier medio informativo que trata de unificar sistemas y formas expresivas, con el fin de dar personalidad al propio medio y facilitar la tarea del lector”.

Se facilita la tarea del lector cuando se le informa bien, cuando no queda preguntándose qué ha pasado con la historia que se le venía contando. Se preguntará por unos días, luego se olvidará ocupado en otras noticias. Este olvido es la mejor herramienta que tienen los corruptos para escaparse de la justicia. La ausencia de una opinión pública que presione es el triunfo de la delincuencia.

Cuando hablamos de periodismo de investigación siempre aparece el “Caso Watergate”. Cuando la editora del The Washington Post, Katherine Graham, aprobó que se publicara, estuvo junto a sus periodistas alentándolos, permitiendo que usaran las páginas del diario hasta que llegasen al final de los hechos. No importaba cuántos meses. Gracias a la perseverancia de los dos periodistas investigadores –que se saldó con la renuncia del presidente de la República– el The Washington Post pasó a ser la referencia mundial del periodismo de investigación.

El periodista colombiano Gerardo Reyes, en su libro “Periodismo de Investigación”, dice: “La gente busca información para satisfacer una amplia variedad de necesidades. Una de ellas es la de conocer las acciones y omisiones de sus gobernantes, legisladores, jueces y militares, de los comerciantes e industriales que dominan el sector económico de la nación, de los banqueros que tienen en sus manos el dinero de miles de familias y empresas y, en general, de las personas que participan de alguna manera en el manejo de los destinos de su ciudad o su país”.

El periodismo de investigación en nuestro país tiene un prestigioso antecedente: “Lo que son los yerbales”, de Rafael Barrett. Fueron seis artículos publicados en “El Diario” entre el 15 y el 27 de junio de 1908. Hubiera publicado más, pero le cerraron las páginas del periódico. Colisionó con la poderosa Industrial Paraguaya, cuyo presidente, Juan B. Gaona, expresidente de la República, presionó de tal modo que Barrett hasta tenía prohibido pronunciar una conferencia en el Teatro Nacional.

Hoy los denunciados por nuestra prensa ya no actúan a cara descubierta. Pagan a algunas personas –los famosos hurreros– para obstaculizar el trabajo de los periodistas hasta con agresiones físicas, como los casos que se dan en Ciudad del Este.

La irrupción de los “hurreros” –así llamadas las personas que alquilan su adhesión a los políticos denunciados por corrupción– es una amenaza para la libertad de expresión y la libertad de reunión. Aparecen con violencia en las manifestaciones pacíficas para impedirlas. Los propietarios de estos “hurreros” se valen de esta nueva forma para oponerse a las investigaciones acerca de sus fechorías, o posibles fechorías.

Nuestra sociedad necesita de una prensa libre de estos estorbos para cumplir con su función de hacer conocer, como dice Reyes, “las acciones y omisiones de sus gobernantes, legisladores, jueces...”. Para publicar estos temas en su totalidad el único camino es una serie sin más límites que la conclusión del caso investigado. Lo contrario sería mutilar el trabajo, se apagaría sin remedio, quedaría en el olvido de la opinión pública con el aplauso de los denunciados. En los archivos de los diarios encontraremos las huellas del naufragio de investigaciones de casos y personas relevantes que están en el olvido, el abandono. Es el destino infalible de los trabajos sin acabar.

alcibiades@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...