La limpieza es vital

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Nuevamente se advierte sobre el dengue y otras enfermedades que se multiplican en época estival. Se recomienda por enésima vez a los vecinos mantener sus patios limpios de posibles criaderos. Y se sigue diciendo porque a simple vista se ve que las medidas anteriores jamás resultaron para erradicar algo cuya prevención es manual y casera. Esto es lo que está al alcance del vecino, porque controlar la deforestación corresponde a las autoridades pertinentes (el mosquito vive en la selva, en zonas rurales, pero ante el crimen ecológico, el calentamiento global anidó perfectamente en las ciudades de clima tropical). 

Pero volviendo a nuestra responsabilidad como vecinos, los poco higiénicos sufren de problemas que podemos describir folclóricamente: Comodidad: “Tiro mi basura donde me quede mejor, la misma cosa es”; Pereza: “No voy a limpiar, si al vecino le molesta que limpie él, no me calienta”; Inmunidad y fatalismo: “Macanada lo del dengue, si te vas a morir igual te morís”. A este nivel de “razonamiento” sumamos el poder de la coima y el amiguismo que permiten que algunos dueños pasen años sin ocuparse de la limpieza de sus terrenos cuando otros ciudadanos sí lo hacen. Paradójicamente en cada barrio hay casos “misteriosos” en los que también gente que no tiene recursos junta basura a reventar y no le dan ni la más mínima multa.

Las campañas casa por casa que suele hacer cada tanto el Ministerio de Salud, en las que pasan de a dos o tres funcionarios para preguntarte si en tu casa hay criaderos, son pueriles; basta decirles que tenés todo en orden para que tilden un OK de inmediato en su planilla, en muchísimos casos, sin constatar, y si pasan a ver, no distinguen posibles criaderos ni aunque estén en sus narices. Seguimos sin férreos controles, multas o sanciones, y sin personal capacitado que inspire respeto, que conteste con conocimiento. 

Apelar a que los vecinos “en rebeldía” limpien solo porque se dice a través de spot publicitarios, es una utopía, no lo harán, en otros países tampoco lo hacen porque sí, sino porque se cumplen las sanciones. 

Las fumigaciones no parecen ser la solución, además el veneno no afecta a las larvas, solo al mosquito adulto, y vaya uno a saber si no es tóxico con el tiempo para todos o ciertas personas. 

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Así que en este verano de altísimas temperaturas se agravan las enfermedades transmitidas no solo por mosquitos, sino por cualquier otro insecto que pueda ser peligroso (arañas, escorpiones). 

Por supuesto, no olvidar a las empresas que generan grandes cantidades de basura y la descargan furtivamente. 

Lo peor no es que damos vueltas y vueltas sobre lo mismo, sino que fingimos creer que se hace algo. 

Campañas populares deben dar resultados tangibles. En la escuela sí que hay temas a desarrollar con los niños para que no repitan el abandono y la falta de conciencia actual. Se puede enseñar sobre enfermedades, contaminación, deforestación, políticas eficaces, con datos reales. Basta de “limpiá el florero de tu casa”, cuando el niño ni sabe qué es; eso es como enseñar animales del Paraguay hablando de la jirafa y el hipopótamo. 

Realidad, conciencia, coherencia, aprendizaje: “Ha de ser limpia la casa y la conducta” (José Martí).

lperalta@abc.com.py