La lluvia, Wagner y Ramírez

La lluvia del viernes pasado, 10 de mayo de 2019, generó imágenes que nos confirmaron a todos los asuncenos que estamos, literalmente, de mal en peor en la capital de nuestra República.

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El sistema de desagüe pluvial, prácticamente estancado desde hace veinte años cubriendo menos del veinticinco por ciento de la necesidad, fue colosalmente superado por una lluvia que, según la Dirección de Meteorología, derramó unos ochenta milímetros de agua por metro cuadrado en una hora.

Fue una lluvia intensa. Pero no fue una lluvia cataclísmica. No fue el Diluvio Universal. Asunción y la zona subtropical del planeta Tierra donde ella se asienta, sufren habitualmente lluvias de ochenta milímetros. Desde que los polos planetarios tomaron su actual posición hace millones y millones de años.

Sin embargo, impactó como un cataclismo porque en los últimos treinta años el área metropolitana de Asunción casi triplicó su población, superando holgadamente los dos millones y medio de habitantes.

Pero sus desagües pluviales no se triplicaron. Y los que hay no reciben mantenimiento. En síntesis, para más gente, para más autos, menos capacidad de drenar agua de lluvia. El resultado se vio el viernes.

Los culpables tienen nombre y apellido y se encargaron de proporcionar a periodistas ingenuos o vendidos el libreto de las excusas con las que esconden sus culpas: La gente, justamente la que paga las tasas de recolección de basuras y barrido y limpieza, sería la culpable de taponar los desagües pluviales según esta narrativa corrupta y mentirosa con la que también se oculta que la organización político-electoral de los carriteros es la que deja la basura tirada en cuanta esquina encuentra, a merced de la lluvia, o en vertederos clandestinos.

La verdad es que nuestra capital se inundó porque no tiene desagües pluviales adecuados y se inundó porque los pocos desagües que tiene carecen de mantenimiento.

Asunción tiene el segundo mayor presupuesto de nuestra República. Alrededor de doscientos cincuenta millones de dólares anuales. La Municipalidad tiene ahora muchísimo más dinero que cuando se hizo lo que hay de desagües pluviales. Dinero hubo siempre para hacer los desagües, pero no se hicieron porque más del ochenta y cinco por ciento del presupuesto municipal se destina a pagar los salarios de más de nueve mil personas que cobran de ese presupuesto.

Asunción tiene diez veces más funcionarios que Jerusalén, capital de Israel con dos millones y medio de habitantes también, que se administra con novecientos funcionarios. Jerusalén no tiene baches, no tiene basura, no tiene carriteros, ni limpiavidrios, ni cuidacoches y está en zona de guerra.

Augusto Wagner, del Partido Liberal Radical Auténtico, y Hugo Ramírez de la Asociación Nacional Republicana, son los dos principales políticos responsables de haber convertido el presupuesto municipal en la caja de sus miles de operadores, con la complicidad de los intendentes que firmaban las contrataciones para asegurar mayorías en la Junta. Ramírez, además, es el organizador de los carriteros. Wagner y Ramírez contratan gente con nuestro dinero para asegurar sus triunfos en las internas liberal y colorada.

Por ellos una lluvia de ochenta milímetros es un cataclismo en Asunción.

evp@abc.com.py

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