Esta idea ya viene de la antigua Grecia. Ha dado grandes beneficios materiales y espirituales a los pueblos que la ejercieron. Por desgracia, demasiadas veces se impone la codicia de una persona, o de un grupo de personas, sobre la convivencia general basada en las leyes.
El martes negro paraguayo será recordado siempre como un día de excepcional violencia. Fue una fractura de las instituciones republicanas. Una violencia gratuita, sin sentido, sin justificación alguna.
Los reeleccionista son más en el Senado. Fue muy trabajoso, y al parecer costoso en términos económicos, llegar a esa mayoría. Pero una vez con el número suficiente para aprobar cuanto quisiesen, y a solo 48 horas de hacerlo legalmente, perdieron el juicio y abrieron distancias y cavaron abismos entre ellos y el resto de la sociedad.
Creo que es el instinto de la ilegalidad lo que les impulsó a cometer una torpeza increíble. No olvidemos que entre los 25 violadores de la Constitución Nacional hay varios procesados. Si no están en la cárcel es porque tienen jueces de su misma índole.
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Es inexplicable, desde la razón, que no esperaran el día y la hora que el presidente del Senado, el legítimo, había fijado para la reunión extraordinaria. ¿Qué cosas les apuraron hasta el punto de hacer que un senador se levantara y dijera “me hago cargo de la presidencia”? Con este acto, que tuvo el apoyo de 25 colegas, hundieron la institucionalidad y nos hicieron pasar una vergüenza planetaria.
El martes negro paraguayo quedará en nuestra historia cívica como uno de los sucesos más escandalosos, entre los muchos acontecidos y entre los cuales se agrega hoy que hemos llegado a tener ¡dos Cámaras del Senado! O sea que de bicameral pasamos a tricameral por obra y gracia de 25 forajidos. Forajido quiere decir “el que huye de la justicia”. Pese a la denuncia, ninguno de estos 25 será alcanzado por la justicia.
Los profesionales de la mentira quieren confundir, para esconder sus delitos o su apoyo a los delincuentes, con la idea de que “se debe dejar al pueblo que decida si quiere o no la reelección”. El pueblo ya ha sido consultado en 1991. Eligió a sus representantes para la Convención Nacional Constituyente. Por amplia mayoría ganaron los colorados. Y estos colorados, con apoyo de otras entidades políticas y sociales, decidieron cerrar todos los caminos para la reelección. Salvo que se la incluya en otra Convención Constituyente. Esto es así porque, como lo dijo el líder de la bancada colorada, Dr. Óscar Paciello, “no podemos dejar abierta la Constitución para que cualquiera, en cualquier momento y por cualquier motivo se introduzca en ella para modificarla”.
Otra de las ventajas de una Convención es la oportunidad que tiene la ciudadanía, a través de sus representantes, de discutir, debatir, aceptar, rechazar propuestas.
Stroessner, con lo dictador que era, supo guardar las apariencias. Otra Convención, aunque solo de colorados, le dio el vitaliciado. Podía haber saltado este trámite y limitarse a ordenar la enmienda a sus parlamentarios como ahora lo hace Cartes.
Llama la atención la angustia por la reelección. En esta angustia conviven diestros y siniestros. Cartes tuvo la habilidad, o el dinero suficiente, para juntar a sus pies a las distintas opciones ideológicas que dejaron de ser distintas para convertirse en una masa sin color definido.
El martes negro paraguayo se saldó también con el entierro de las muy pocas personas que en el parlamento podían jactarse de un pasado democrático.
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