Estos no son datos nuevos. Desde hace más de diez años se sabe que el comercio esteño está a la vuelta de la crisis y que debe transparentarse, embellecerse y orientarse hacia el turismo de compras, pero en la actualidad el aspecto del microcentro es poco amigable para el visitante.
Las avenidas tienen baches por doquier, no hay basureros, los desechos son arrojados a las calles y se mezclan con agua servida en las esquinas. Las veredas están rotas y son estrechas, por lo que los transeúntes deben ingeniárselas para transitar entre los automóviles. En un sector, la Municipalidad encara obras de ordenamiento, que deberían haber culminado hace tiempo y que dejan un aspecto aún más hostil, porque se hacen sin ningún cuidado de lo que conviene al transeúnte ni de lo que implica para la imagen de la ciudad.
Desde el sector privado, inversiones importantes se están realizando en el centro urbano, realzando el poder adquisitivo, y por ende de gastos, de quienes podrían visitarnos a futuro. Hoteles de cinco estrellas se están instalando, hay tiendas de lujo y se nota un esfuerzo por mejorar las opciones gastronómicas y de esparcimiento. Pero de nada serviría esto si las instituciones públicas no ponen a la misma altura la infraestructura de la ciudad.
No hay tiempo que perder, no se pueden esperar otros diez años. Es urgente la adecuación de la ciudad para revertir la depresión económica. Hay que tener presente que 20.000 personas ya perdieron sus empleos. ¿Serán capaces nuestras autoridades de hacer de la actual situación el punto de inflexión que marque el inicio del ansiado repunte económico merecido por todos?
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mariana.ladaga@abc.com.py