La Reina de Corazones

Este artículo tiene 9 años de antigüedad

SALAMANCA. Como la manzana podrida que metida en el canasto echa a perder las frutas buenas, de este mismo modo irrumpió la nefasta idea del “socialismo del Siglo XXI” dentro del Mercosur, hoy a punto de disolverse. La manzana podrida es Venezuela que pasará a la historia no como la cuna de “El Libertador”, sino como la cuna del disparate, un disparate por el cual pagaremos todos un precio muy alto.

La posición del Paraguay de negarle la presidencia pro tempore del Mercosur es una de las pocas ideas brillantes que han caracterizado a la administración de Cartes. Gracias a su firmeza, hoy, las cancillerías de Argentina y Uruguay parecen estar cambiando de parecer y se sumarán a la misma idea. Del Brasil es difícil aventurar alguna opinión a causa de la crisis en la que se mezclan política, corrupción, negocios poco claros, padrinazgos y negativas a dejar las tetas del poder, que no solo les alimenta sino que además les da cierto nivel de protección.

Resulta difícil olvidar la humillación a la que fue sometido nuestro país por parte de quienes hoy están en la mira de la justicia de sus países por graves hechos de corrupción: Cristina Kirchner en Argentina y Dilma Rousseff en Brasil. La artífice fue esta última que muy bien podría pasar por ser la Reina de Corazones de “Alicia en el País de las Maravillas”. Encargó manejar las relaciones con nuestro país a Antonio Patriota, un político de su confianza, que vino a desempeñar el papel del Sota de Bastos: joven, buen mozo, buena presencia, con el garrote al hombro, dispuesto a darnos los palos que le ordenara su jefa, los que fueran necesarios e, incluso, muchos más, hasta doblegarnos. Solo cuando las papas comenzaron a quemarse envió a su ministro de Guerra para visitar sitios históricos de la Guerra del 70 y la promesa de desclasificar muchos documentos de la época.

La destitución del presidente Fernando Lugo fue el pretexto de nuestra suspensión del Mercosur, acusados de haber faltado a la “cláusula democrática” de su carta constitutiva. El juicio político a Lugo es exactamente el mismo que se le está siguiendo ahora a Rousseff en Brasil, sin que nadie se escandalice por ello, a no ser los propios implicados. La destitución del obispo Lugo (para la Iglesia Católica no se pierde la condición de tal) no significó ninguna alteración de la vida del país: no hubo presos políticos, las dos cámaras del Poder Legislativo siguieron funcionando, la libertad de prensa no sufrió ninguna merma, estaciones de radio, canales de televisión y medios impresos no fueron censurados ni fueron clausurados, el libre tránsito de los ciudadanos siguió su curso normal, no hubo desabastecimiento de las ciudades, no se lanzaron a la calle brigadas compuestas por ciudadanos civiles armados para reprimir a los opositores al gobierno, y finalmente, cumplidos los plazos marcados por la Constitución, los diferentes partidos políticos (ninguno fue declarado ilegal) tuvieron su campaña proselitista y se realizaron las elecciones generales sin registrarse incidentes.

Toda esta larga serie de hechos que acabo de mencionar se pueden aplicar a Venezuela, en este momento, pero cambiándole el signo. Todo lo que más arriba es “sí”, en Venezuela es “no”; todo lo estaba “permitido” en nuestro país, en Venezuela no lo está. A pesar de ello, todavía hay gente que sigue aferrándose a que lo de Venezuela es un asunto interno del país en el que no se debe intervenir ni tampoco se le puede aplicar la “cláusula democrática” del Mercosur. ¿El juicio a Fernando Lugo no fue, acaso, un tema también interno de nuestro país en el que intervinieron de manera descarada y ofensiva los gobiernos de Argentina, Uruguay, Brasil?

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Lastimosamente, el Mercosur nunca pudo echar a andar ni dio los resultados que muchos esperábamos. La principal causa fue la lucha hegemónica de dos grandes potencias: Brasil y Argentina frente a dos naciones minúsculas: Paraguay y Uruguay. Para empeorar las cosas apareció en el horizonte Venezuela, que vio en este intento de mercado común una maravillosa oportunidad de meter la mano (¿o la garra?) para extender su “revolución”. Hugo Chávez, en medio de sus delirios, se habrá creído un nuevo Napoleón llevando a toda Europa las ideas de la Revolución Francesa a costa de millones de muertos. Los resultados están a la vista. Los muertos vendrán más adelante porque se sigue creyendo que hay mesías que viven en el Caribe, “donde está Papa Noel”, como dice María Elena Walsh.

jesus.ruiznestosa@gmail.com