La sombra de China

“A los chinos no se les ve... pero están en todas partes”, incluso en Paraguay. Aunque este no mantenga –por el momento– relaciones diplomáticas oficiales con la República Popular de China (RPC), el nuevo gobierno que asume este mes le ha hecho un guiño de antemano y que podría culminar con una alianza histórica, no solo comercial, sino también política.

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Seamos honestos. Tanto Taiwán como China continental recurren a su poderío económico, a través de distintos formas de cooperación, para sostener los lazos diplomáticos con los países no solo de América Latina, también de África. El primero para mantener relaciones de amistad ganadas desde hace décadas y contar con el respaldo político global para una eventual proclama de independencia. El segundo para recuperar o sumar países en su afán por regresar bajo su dominio a la isla “rebelde”. 

Cada vez que un nuevo gobierno se prepara para asumir en Paraguay la sombra de China reaparece e inquieta a la democrática República de China (Taiwán), que lleva seis décadas de relaciones diplomáticas con Asunción.

La señal más clara de un posible mayor acercamiento oficial entre ambos países la dio el canciller paraguayo Luis Castiglioni, del oficialista Partido Colorado, quien había anunciado antes de asumir la cartera que planea establecer vínculos comerciales directos con China continental a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC), aunque sin romper relaciones con Taipéi.

Además, que el propio Abdo Benítez, durante su visita al presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, respondió que el “Mercosur debería de avanzar hacia una exploración de libre comercio con China”.

Uruguay, miembro del bloque junto a Paraguay, Argentina y Brasil, lidera las acciones para un mayor acercamiento a China continental.

Estos gestos hacia Pekín generaron una alerta en la Embajada taiwanesa en Asunción que apura la concreción de obras, alianzas para la transferencia de conocimientos y la inclusión de más aranceles cero para la exportación paraguaya hacia la isla de Formosa con la idea de mantener de su lado a su único aliado diplomático en Sudamérica.

Otro indicador de la presencia de los chinos –casi imperceptible– en tierra guaraní es el alto interés de las empresas chinas en la construcción de una segunda represa que compartirán Paraguay y Argentina, denominada Aña Cua (cueva del diablo, en guaraní).

Las constructoras chinas China Internacional Water & Corp, Harbin Electric Machinery Limited, Power China y China Gezhouba se han asociado con sus pares paraguayas y argentinas para competir en el llamado a licitación internacional. Gezhouba es la poderosa empresa que participó de la construcción de la presa generadora de energía “Tres Gargantas”.

Además, en la última década grandes centros comerciales pertenecen a capitales chinos, en consorcio con paraguayos. La mayoría se asentó en Ciudad del Este, localidad ubicada en la zona conocida como Triple Frontera, donde convergen los límites de Paraguay, Argentina y Brasil. 

Un hecho no menor es que el gobierno paraguayo, miembro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), mantiene contactos con el gigante asiático a través del Foro Celac-China creado precisamente para favorecer los intercambios y el diálogo político de la región con el gigante asiático.

El “Imperio Celeste” extiende su influencia comercial con millonarias inversiones en la región, especialmente en Brasil y Argentina, y no tardará en dejar su impronta en el país sudamericano de unos 7 millones de habitantes, aunque el gobierno de Xi Jinping niegue la existencia de una agenda oculta para arrebatar aliados latinoamericanos a Taiwán.

Su desembarco en Acepar también podría marcar el principio del avance chino.

El exconsejero de Seguridad Nacional taiwanés, Su Chi, teniendo como fuente a un alto cargo de China continental, aseguró en recientes declaraciones que Pekín dialoga con todos los aliados de Taipéi, incluido Paraguay.

En la última década, Taipéi fue perdiendo sus embajadas en Costa Rica, Panamá, República Dominicana y El Salvador.

Mientras tanto, las exportaciones latinoamericanas a China son las que más crecieron el año pasado, según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

El esquema utilizado por el gobierno chino para consolidar su expansión: multimillonarias inversiones –de ser posible– en países en desarrollo, con necesidades de infraestructura.

Algo ya aplicado en África, y ahora se replica en Latinoamérica.

Los periodistas españoles Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araújo, autores de la visionaria obra investigativa “La silenciosa conquista China” afirman en sus páginas que “ser el banquero del mundo sirve al gigante asiático para apuntalar su diplomacia e influencia internacionales”, aunque “a los chinos no se les ve... pero están en todas partes”, según aseveran los autores en sus líneas.

El especial interés de China por los países donde abundan las materias primas –minerales y alimentos– es porque precisa crecer por encima de un 6% anual para mantener su posición de potencia en la economía mundial.

Paraguay reúne los requisitos: hay todo por hacer.

De este pequeño país sudamericano el mundo sabe poco y nada, aunque alberga la mayor productora de energía limpia del planeta, la hidroeléctrica Itaipú compartida con Brasil; y la represa Binacional Yacyretá administrada en conjunto con Argentina.

Es, además, poseedora de una de las tierras más fértiles de la región junto a sus vecinos brasileños y argentinos. Se ubica entre los primeros cinco exportadores mundiales de soja y entre los diez primeros países productores de carne vacuna del planeta, y su moneda –el guaraní– es una de las más estables del mundo. 

Todo esto lo convierte, pese a su relativa pequeñez económica, en una plaza apetecible. Con el valor agregado de una victoria política en su “guerra” por anexar de nuevo a Taiwán.

El déficit comercial para el Paraguay será exorbitante, sin duda. La capacidad china de producción industrial supera por lejos a la paraguaya, cuyo mercado ya resiente la invasión de productos Made in China que llegan a la Triple Frontera y enclaves comerciales de sus límites.

En cambio se beneficiaría de obras de infraestructura: carreteras, trenes eléctricos, edificios corporativos estatales... y hasta de algún nuevo estadio de fútbol. Esta junto a los puertos son sus preferidos.

La “conquista” China parece cercana. Aunque en esa eventual alianza, el gran ganador será Pekín no solo en el plano económico, sino también por lo que en verdad interesa al gobierno de Xi Jinping: consolidar su hegemonía política en el Sur.

viviana@abc.com.py

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