El Rector no está solo en sus despropósitos. Tiene el apoyo de los obispos y, extrañamente, de un grupo de alumnos de la Facultad de Derecho. Pareciera no percibir el peligro que entraña para la Universidad los manejos autoritarios que llevan a la injusticia.
¿Qué sucedió? He aquí el relato objetivo de los hechos:
José Antonio Galeano se vinculó a la UC en 1976. Como profesor, cuenta con un legajo impecable, en el que figuran las más altas calificaciones por parte de sus estudiantes, su responsabilidad y su profesionalismo en el ejercicio de la cátedra; no existe, a lo largo de 43 años, una sola acusación en su contra de las que tanto abundan hoy (notas vendidas, exámenes amañados, acosos, persecuciones, etc.) Y como directivo, fue seis años director del CPI, nueve años vicedirector en el mismo Curso y, por sus méritos, la CEP lo designó en un cargo de confianza –así definido en el Estatuto de la propia universidad–, el de Decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas, por espacio de cinco años, entre 2015 y 2019/20.
El 9 de mayo de este año cumplió 65 años y resolvió acogerse “a los beneficios de la jubilación”. Para el efecto, presentó renuncia como docente en las cátedras que venía ejerciendo como Profesor Asistente, antiguo y permanente, en la UC, todas ellas vinculadas a la asignatura de su especialidad, la Historia. Previamente a la efectivización de los trámites para su jubilación como docente, consultó con tres abogados de la propia universidad (César Ruffinelli, Diego Doldán y Liz Ortiz) acerca de si su jubilación como docente podría afectar su relación con la UC como decano. Recibió la respuesta unánime de qué en ningún caso lo uno podía ser vinculante con lo otro y que quedaba claro que su renuncia era a sus cátedras y no al decanato.
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Transcurrieron casi dos años y medio desde su juramento como Decano –la mitad del tiempo para el cual fue nombrado por la CEP– y el 14 de julio de este año fue convocado por el Rector a una reunión, sin que se le aclare el motivo ni el tema de la misma. En la ocasión fue informado de que como se había jubilado y aun mediando una trayectoria notable y una excelente gestión al frente de la Facultad, no podía seguir vinculado a la UC y, en consecuencia, debía entregar su cargo el lunes 17 de julio a quien fue designada como encargada de despacho del Decanato de Filosofía. Así, sencillamente, 43 años después de haber servido a la UC impecablemente.
Las muestras de afecto no se hicieron esperar. Centenares de alumnas y alumnos, colegas profesores de Galeano, funcionarios administrativos y egresados, referentes sociales y académicos (Galeano es, además, músico y promotor cultural de larga trayectoria) expresaron su indignación por lo que consideraban una enorme injusticia y una interpretación amañada y antojadiza de la norma jurídica, y exigieron la reposición en su cargo de Decano. De nada sirvieron esas exigencias.
Días después de conocida la noticia, tantos profesores, primero, y estudiantes, después, entraron en paro académico para torcer la decisión del Rector. La medida duró más de dos semanas y el 1 de agosto, un grupo de estudiantes de la Facultad de Filosofía, como medida de protesta y con tres claras reivindicaciones (la reposición de Galeano como Decano, la renuncia de Velázquez como Rector y la apertura de un proceso de revisión del Estatuto de la UC), decidieron acampar en la sede central de la UC, donde funcionan las facultades de Filosofía y de Ciencias Jurídicas y las dependencias del rectorado. Se hicieron intentos varios por entablar un diálogo que acercara las posiciones y permitiera la vuelta a la normalidad, todos infructuosos debido fundamentalmente a la intransigencia por parte del Consejo de Gobierno de la universidad, con el rector a su frente.
La historiadora y catedrática de la UC, Margarita Durán, dijo: “Con soberbia, autoritarismo y ausencia total de liderazgo, este señor (el Rector) no podrá poner la casa en orden”.
Ya es tiempo de que la casa se ponga en orden para evitar mayores daños. La solución no está en manos de los alumnos. La tienen los obispos.