La vida ya no fue la misma

Este artículo tiene 6 años de antigüedad

SALAMANCA. Si toda aquella algarada tuvo sentido o no, si sirvió para algo o simplemente para nada, es la pregunta más frecuente que se hicieron muchos al recordar los episodios del Mayo Francés del que se cumplen ahora cincuenta años. La respuesta más repetida fue que, si bien los jóvenes que protestaban no pudieron hacerse con el poder –objetivo principal de toda revolución– la verdad es que cambiaron la manera de vivir. A partir de entonces todo fue diferente. Cambiaron las costumbres, cambió la visión que la sociedad tenía de los jóvenes, cambió lo que se pensaba que era la cultura “socialmente” admitida, cambió el concepto de autoridad.

En mis artículos anteriores –y este es ya el último de la serie– insistí que más que llamarlo Mayo Francés habría que llamarlo Mayo del 68 porque si bien se inició en Nanterre, un barrio en aquel entonces en las afueras de París, poco menos que una villa miseria, se extendió no solo por toda Francia, sino por el resto de Europa y terminó alcanzado a América. De aquellas réplicas, son tres las que han quedado como emblemas de la década: aparte de París, Praga, Pekín y México D.F.

En su libro “Revoluciones” (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2016) Joaquín Estefanía reproduce un artículo aparecido en el “Nouvele Observateur” el 20 de mayo de 1968 en el que Daniel Cohn-Bendit le dice al filósofo Jean-Paul Sartre que las protestas que él lideraba “Han alcanzado una extensión que nosotros no podíamos prever al comienzo” y luego de hacer varias consideraciones sobre la revuelta se muestra pesimista diciendo que tienen dudas de que el régimen caiga aunque esperan que se hagan algunas reformas: “No serán las reformas radicales a las que aspiramos, pero de todos modos tendremos cierto peso, presentaremos propuestas precisas y, sin duda, algunas serán aceptadas porque no se atreverán a negarnos todo. De seguro será un progreso, pero nada fundamental habrá cambiado” (p. 77).

Hoy, cincuenta años después, Cohn-Bendit sigue teniendo las mismas ideas claras que entonces, y en una entrevista concedida al diario español “El País” dice: “Esta conmemoración me parece una trampa. Nuestro imaginario sociopolítico está demasiado marcado por lo que sucedió hace medio siglo. Ahora vivimos en otro mundo bajo otro sol... No tiene sentido intentar decidir si el mundo de hoy es mejor o peor. Simplemente es distinto”. Y cierra la entrevista respondiendo a la pregunta si los jóvenes de hoy son capaces de rebelarse: “No sé qué posibilidades hay aunque no creo que sea imposible rebelarse... Lo que posibilitó el 68 fue el hecho de no estar ideologizados. Los pensadores de extrema izquierda llegaron más tarde, cuando el tren ya estaba en marcha”. Y en la misma entrevista, se le pregunta si es posible que haya un nuevo 68 y responde: “Hay que dejar que los jóvenes se inventen nuevas formas de rebelión” y sobre cómo puede rebelarse un joven hoy, es categórico: “No sé qué posibilidades hay, aunque no creo que sea imposible rebelarse”. A propósito de todas estas disquisiciones sobre el Mayo del 68, recuerda Fernando Savater en su artículo “El 68 visto a los 70” que en una oportunidad le preguntaron al primer ministro chino Chu En-lai (1949-1976) si la Revolución Francesa (1789) había tenido consecuencias positivas y él respondió: “Aún es pronto para decirlo”.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy