La “voluntad popular” stronista

Resulta revelador que los diputados contrarios a la intervención de la Municipalidad de Ciudad del Este afirmaran en la sesión del pasado miércoles que el problema real de los concejales y de quienes impulsaron esa medida es que desde hace 15 años no pueden ganarle elecciones al “clan” Zacarías. Un argumento que hubieran suscrito con mucho entusiasmo los militantes stronistas en los años de la dictadura.

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La idea de que quien gana las elecciones puede hacer lo que le venga en gana, sin hacer caso de los reclamos ciudadanos y sin fiscalización ni control de ninguna institución, es comprensible dentro de la concepción autoritaria del poder que algunos dirigentes políticos conservan en estos tiempos democráticos.

Es lógico también que algunos dirigentes oficialistas sostengan esa postura teniendo en cuenta que su partido se ha transformado sobre todo en una aceitada maquinaria electoral que hasta inclusive logró en 2013 que un colorado de fachada como Horacio Cartes obtuviese los votos para llegar a presidente.

Así como los Zacarías, muchos políticos paraguayos que llegan al poder desearían que instituciones como la Contraloría, el Ministerio Público, el Poder Judicial e inclusive órganos colegiados como la Junta Municipal y el Congreso estén a su servicio o conformadas por una mayoría de amigos o aliados que los libren de tener que dar explicaciones sobre cuestiones que los llevarían a la cárcel.

La Comuna de Ciudad del Este, que antes se llamaba “Presidente Stroessner”, siempre se manejó, aún antes del cambio de 1989, con sus propias reglas. Conservaron y conservan similitudes al régimen anterior, desechando las nuevas reglas democráticas.

Aun quienes no residen ahí y no conocen directamente el manejo de las actuales autoridades de la capital altoparanaense, alguna vez habrán accedido en las redes sociales a vídeos en los que se ve a intendenta y consorte exhibiendo sin pudor gestos autoritarios, dando órdenes en tono humillante a cualquier persona a la que califican de “gentuza” y otras lindezas similares, por no inclinarse ante ellos.

Aquel grotesco himno que hacían cantar a los niños del Centro Municipal de Ciudad del Este, el cual hacía loas a la intendenta y calificaba al distrito como un “edén”, no fue una mera anécdota sino una muestra cabal de cómo ese lugar del país quedó, de manera particular en la mente de sus autoridades y acólitos, anclado en alguna década de la dictadura pasada.

Otra excusa de la mayoría colorada para no aprobar la intervención fue que más de la mitad de las municipalidades del país incurrieron en faltas como las que se denunciaban de Ciudad del Este. El argumento suena a aquello de que todos somos “nomás” corruptos, que entre bomberos no nos pisemos la manguera y es mejor que las cosas queden así y nunca mejore nada.

Ese tipo de manifestaciones muestra la infinita mezquindad de quienes las exponen y su falta de voluntad para que nuestro país consolide, aunque sea de a poco, sus instituciones democráticas.

Si uno quitara conclusiones por lo que ocurrió esta semana en la Cámara de Diputados, se inclinaría a ser pesimista.

Sin embargo, a pesar de que algunos dirigentes y parlamentarios reiteran cada tanto su nefasta conducta, muchos paraguayos y paraguayas siguen reaccionando, reclamando y peleando para que se respeten sus derechos y para que tengamos una democracia verdadera.

En la actitud de esa gente y en los que por contagio les acompañemos podemos confiar para creer que no volveremos a los tiempos del mbarete, de los pyrague y los chupamedias, como quieren unos cuantos vividores, parásitos y mediocres.

mcaceres@abc.com.py

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