Las fotos

MONTEVIDEO. Qué revuelo con esto del nuevo Papa. No recuerdo que en casos anteriores haya sido tan así. Es probable que me retumbe más porque estoy pasando unos días por la zona del Río de la Plata y es lógico que aquí la noticia se amplifique: se trata ni más ni menos que del primer Papa argentino. Y no solo eso, es el primer Papa americano, latinoamericano, sudamericano y jesuita, a lo que se añade que hacía unos mil años que no se designaba un papa no europeo. Además, Jorge Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco, es “hincha” y socio del Club de Fútbol (soccer) San Lorenzo de Buenos Aires, toma mate y no es querido por los Kirchner. Esto último por lo menos hasta hace unos días, hasta que el Papa resolvió elegir para su primera entrevista con un mandatario a su compatriota, pero no amiga, Cristina Kirchner.

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Ciertamente el desamor por los Kirchner del entonces cardenal y arzobispo de Buenos Aires, manifestado a través de una actitud nada sumisa e independiente y crítica de los gobiernos de Néstor y Cristina por sus falencias pero más por sus conductas autoritarias, le valió una gran publicidad en contra: el cardenal fue sistemáticamente atacado por funcionarios, voceros, aliados, ideólogos, protegidos y asalariados de los Kirchner. El caballito de batalla, que es el que montan desde que tomaron el poder los Kirchner, fue vincularlo con la dictadura. Hasta circuló por “las redes” una foto falsa, fraguada, en la que aparecía el cardenal dando la comunión al dictador general Videla. Si la foto era falsa y si lo que se decía y aún siguen diciendo algunos kirchneristas radicales, o a los que les tocó continuar con el papel de “malos”, es cierto o no, no importa. De nada sirve que no haya habido nunca una acusación judicial ni ningún cargo concreto; por esta región ya está decretado qué es lo que está bien y qué lo que está mal. Aunque sean hechos idénticos, depende de quién fue el protagonista o autor.

Si las fotos son de Néstor Kirchner en franca camaradería, por no decir haciéndoles la corte a autoridades militares de la época dictatorial, o si son remitidos de los entonces abogados Kirchner ponderando el sistema de derecho de entonces, o, más acá, se trata de discursos y declaraciones a favor del presidente Carlos Menem, “hasta empalagosos” de incondicionales según los calificó el propio exmandatario, todo quedó borrado o definitivamente archivado, de la misma manera que ha ocurrido con las investigaciones judiciales de las denuncias sobre el desmesurado enriquecimiento del matrimonio presidencial. En cambio a Bergoglio no se le perdona nada, ni sus medio silencios, cuando era el superior de los Jesuitas, y menos se le reconocen sus gestiones a favor de los perseguidos de la dictadura, de cuya existencia hoy dan fe respetables figuras de la Argentina. Sus fotos “malas” no se borran y hasta se inventan. Todos se ajustan a la verdad decretada y a la presente versión de la historia. La memoria completa o memoria para los dos lados, para las culpas de unos y de otros, la que más de una vez reclamó el cardenal Bergoglio, en actitud crítica a lo política unilateral y arbitraria en materia de “derechos humanos” de los Kirchner, está fuera del orden del día. Fuera de lo políticamente correcto y aceptable.

Pero Bergoglio ya tiene su otra foto: esta de ahora es verdadera y es con Cristina Kirchner, ella con sombrerito y todo. Más allá de ciertos aspectos medio ridículos y de los planteos no oportunos, algunas tonterías que dijo y los desplantes con la prensa de la Presidenta, esta decisión del Papa Francisco, de recibir primero que a nadie a Cristina Kirchner, es probable que también en el futuro reciba críticas. Las que se endurecerán seguramente si la historia se reacomoda para el otro lado.

Sin embargo, quizás todo este cuento de las fotos o de los medio silencios, entre tantas elucubraciones, opiniones, juicios y pronósticos sobre el flamante pontífice, sean hoy por hoy los primeros y hasta únicos elementos que nos hablan de alguien que está dispuesto a pagar ciertos peajes, por muy caros que en casos le puedan resultar, en busca de la armonía, del diálogo, y de las vías más efectivas para defender a aquellos que son víctimas de diferentes formas de autoritarismos.

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