Limpieza y seguridad

SALAMANCA. La construcción de edificios de departamentos destinados a gente de clase media es uno de los proyectos estrella que tiene la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat) dentro de sus planes para revitalizar el centro histórico de Asunción, hoy en pleno proceso de deterioro. No conozco los detalles de este proyecto, pero sí sé que ningún intento, ni los más fantásticos ni los más ambiciosos, van a tener éxito mientras no se logren, en esa área, seguridad y limpieza, dos elementos importantes para lograr la habitabilidad de un sitio.

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El pasado mes de julio estuve en Asunción y caminé por las calles Palma y Estrella para recordar mis paseos de adolescente con mi cámara fotográfica buscando rincones de interés. Lo que vi me dejó espantado. Aquello estaba convertido en una suerte de mercado persa, con vendedores ambulantes que ocupan las aceras sin dejar paso para transitar, vendiendo artículos de marcas famosas y muy caras a todas luces falsificados (¿me puede decir alguien si es factible comprar un reloj Rolex o Cartier por cien dólares y que sea auténtico?), además de productos de confección como vestidos, camisas, pantalones. Lo único que falta era un sitio donde probarse la ropa.

Esto en cuanto a las zonas destinadas a los peatones. Otro capítulo son los edificios: aquellos hermosos y señoriales edificios de principio de siglo XX, con su profusión de ornamentos, se están viniendo literalmente abajo. A través de un balcón desencajado, se puede ver un techo hundido, una escalera derrumbada, un portal destrozado.

Al dar a conocer su proyecto, Senavitat aseguró que en el año 2002 en el centro histórico vivían 31.746 habitantes, y que en la actualidad quedan nada más que 22.017, lo que quiere decir que en quince años se perdieron 10.000 habitantes. ¿De qué y por qué ha huido la gente? No se le puede pedir a nadie que se quede a vivir en un ambiente donde el desorden, la basura sin recoger y la inseguridad sean las constantes. En gran parte, esto es fruto de la dejadez y la inoperancia de una municipalidad que hace tiempo dejó de cumplir su papel para transformarse en un trampolín político desde donde dar el salto a puestos más altos y rentables.

Al presentar el proyecto, la oficina de la vivienda aseguró que tienen estadísticas según las cuales los jóvenes quieren vivir en el centro. Desde luego que sí. Es irracional que alguien pueda querer perder dos horas y quizá tres en penosísimos viajes en autobuses que, por más “servicio diferenciado” que ofrezcan, siguen siendo una verdadera catástrofe. No hay nadie que se detenga en pensar en el servicio público que prestan estas compañías en manos de gente muy poderosa a la que no le hace mella ninguna exigencia de calidad por parte de las autoridades.

Entre esos tortuosos viajes y la posibilidad de ir caminando al trabajo, no queda duda por cuál decidirse. Solo un desequilibrado mental elegiría la primera. Esto no lo ha descubierto esta oficina dedicada a la vivienda. Esto ha pasado en todas las grandes ciudades en las que la gente abandonó el centro y luego “descubrió” que era más cómodo vivir cerca del lugar donde se trabaja.

Antes que llamar a licitación para la adquisición de terrenos apropiados a sus planes, Senavitat tiene que lograr que se limpien las calles, que la basura no se amontone en cualquier parte durante días produciendo olores nauseabundos. Hay que sacar a los vendedores ambulantes, a la gente que cocina en plena calle con todo lo que ello significa, que se obligue a los vecinos a mantener en buen estado sus aceras. Y, sobre todo, ofrecer seguridad; que la gente pueda caminar tranquila por cualquier calle pasadas las nueve de la noche, sin correr el riesgo de ser asaltada, robada, lastimada por esas pandillas criminales que van en pareja en una moto.

Para resucitar el centro histórico, no es suficiente tener departamentos al alcance de la gente de clase media. Es necesario antes que se asegure la habitabilidad del sitio, porque si no es así, la gente seguirá huyendo a lugares más seguros, más ordenados y más limpios.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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