Lo esencial es invisible a los ojos

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Se cumplen 75 años de la publicación del libro “El Principito”, de Antoine Saint-Exupery. Quién no leyó en su adolescencia este conmovedor relato que emocionó y sigue emocionando a pesar de los años.

Sus páginas están llenas de palabras bellas y tiernas. Sus mensajes llegan al corazón, porque siempre hay un niño en nuestro interior. El personaje viene de un planeta, el asteroide B 6 12, muy pequeño y que se encuentra perdido en la galaxia. Recorre por varios lugares hasta que llega a la tierra donde permanece un año y entabla amistades.

Antes de aterrizar en el desierto de Sahara, el principito viaja por seis asteroides habitados cada uno por una sola persona. Así visita a un rey, un vanidoso, un bebedor, un hombre de negocios y un farolero. Cada episodio tiene su propio mensaje y una especie de moraleja con los que se aprende mucho.

Como el pequeño personaje cae en África, no encuentra a nadie en el desierto. Un anillo dorado se mueve en la arena y descubre que es una serpiente con la que inicia una charla. Ella le dice que es poderosa y que si llega a morder a alguien lo envía al otro mundo. Al final, cuando decida retornar a su asteroide, el animal será el encargado de causar su muerte.

Después de despedirse de la víbora, divisa una flor solitaria de tan solo tres pétalos a la que saluda brevemente para seguir su itinerario. Le pregunta por los hombres y ella responde que los hombres no existen, como no tienen raíces, se los lleva el viento.

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En una alta montaña, se ubica para gritar ¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días! Y solo le responde el eco de su propia voz. Entonces llega a la conclusión de que los hombres no tienen imaginación y se pasan repitiendo todas las cosas. Luego atraviesa el desierto y se encuentra con cinco mil rosas que le hace recordar la flor que había dejado en su planeta y de la que se había enamorado, se puso a llorar y aquí viene uno de los capítulos más bellos y que conmueve hasta las lágrimas.

El principito se encuentra con el zorro, que pide ser domesticado. El niño pregunta qué significa domesticar y el zorro le contesta que significa crear vínculos. Acepta la amistad y lo domestica. Le habla de su rosa y al final, el zorro le revela este secreto: “Lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve con el corazón”. Entonces le insta a volver a su planeta junto a su rosa de la cual debe ser responsable por haberla domesticado. Se despiden con llantos.

Después se encontrará con el aviador, (hay que recordar que De Saint-Exupery era aviador) y son las conversaciones más importantes y enriquecedoras. ¡Píntame un cordero!, comienza saludando el principito al aviador. El principito le cuenta todas sus experiencias por varios días hasta despedirse y volver a su lugar de origen.

Ojalá que los chicos lean este hermoso libro que ya fue traducido al guaraní. En estos tiempos en que las relaciones son tan frágiles y superficiales, es bueno deleitarse con esta clase de lecturas. Es una literatura llena de poesía, ternura, amor y amistad. Cada ser humano lleva un niño, un principito en el corazón y necesita entablar vínculos, para no sentirse solo. Es una obra corta, cuentos breves, en donde se reflexiona, se medita, se filosofa y sobre todo, se disfruta desde la primera hasta la última página. Vale la pena hojearlo, una y otra vez.

blila.gayoso@hotmail.com