Los jóvenes, cuya edad oscila entre 18 y 30 años, saben muy poco sobre el stronismo, porque casi nada figura en los textos de historia, más bien hay fotos de las represas hidroeléctricas, como destacando las obras de aquellos años. Desde luego que la gran excusa es que se realizaron muchos proyectos referentes a construcción de rutas, aeropuertos, escuelas, hospitales y otros emprendimientos. En cada localidad existían grandes letreros publicitando las grandes obras del gobierno con la inscripción: “Paz y progreso con Stroessner”.
Nadie niega que hubo progreso material. También se enriquecieron ilícitamente muchos personajes, políticos, empresarios y familiares del entorno cercano a los gobernantes. Ni qué decir que los cargos públicos estaban ocupados por los parientes, amigos, amantes y correligionarios fanáticos, seccionaleros que muchas veces hacían de pyrague. Estos despreciables personeros actuaban de espías delatando a cualquiera que criticaba o no estaba de acuerdo con el régimen. Muchos, por culpa de los pyrague, fueron a parar en las cárceles y sufrieron torturas o salieron a dolorosos exilios. Escritores, artistas, políticos disidentes e intelectuales brillantes fueron desterrados por opinar en forma diferente.
Muchas verdades hay que contar a los jóvenes de aquellos oscuros tiempos. Hay que tener el coraje y la valentía de escribir tal cual se produjeron los hechos. Con honestidad, puntualidad y exactitud. No es para reabrir antiguas heridas o crear el odio y los rencores. Es para conocer y analizar objetivamente los hechos atroces de la dictadura.
En la época de Stroessner se cerraron medios de comunicación como ABC Color, Ñandutí y El Pueblo.
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No se podía representar obras de teatro cuestionadoras ni leer libros del marxismo, que eran sacados de las bibliotecas. Tampoco había libertad de reunión, de manera que por el miedo existente, había censuras y autocensuras.
Algunos que fueron asesinados todavía son tumbas N.N., y sus familiares aún lo siguen buscando para darles cristiana sepultura.
La creatividad, el espíritu crítico y la inteligencia no eran del agrado del dictador.
Muchos dicen que eran felices y no lo sabían. Hubo y sigue habiendo, en el mismo gobierno actual, las personas que se enriquecieron y tuvieron privilegios en esos tiempos.
Son los nostálgicos y fanáticos que sacaron ventajas en esos años y hacen cualquier maniobra perversa para que ellos y su descendencia sigan gozando de los beneficios.
En los últimos días, después de cumplirse las tres décadas, muchos nostálgicos quieren hacernos recordar el pasado. La directora de un colegio del barrio Republicano elogió la figura del dictador, lo mismo que Modesto Esquivel con ganas de crear un movimiento stronista y el mismo presidente del Brasil que alabó al tirano.
El mismo mandatario paraguayo es hijo de quien fue secretario de Stroessner y miembro del tristemente célebre “cuatrinomio de oro”. Por esto y por la historia reciente, hay que debatir el tema entre los jóvenes.
Y escribir la verdad sobre aquellos treinta y cinco años de crueldad y salvajismo.
Blila.gayoso@hotmail.com
