Los mismos métodos

SALAMANCA. He comenzado a escribir este artículo una hora más tarde, que gasté en buscar en un diccionario de sinónimos, otro de ideas afines y un tercero de temas, la palabra exacta que pudiera describir mi estado de ánimo ante las noticias que voy leyendo de Autores Paraguayos Asociados (APA) y el uso absolutamente discrecional de los miles de millones de guaraníes que perciben, mensualmente, en concepto de derechos de autor. No he encontrado la palabra necesaria pues posiblemente no exista. Lo de APA, sencillamente, no se puede calificar.

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El asombro no viene tanto de la opacidad de su proceder, sino, sobre todo, de que son los mismos métodos, las mismas argucias, las mismas trampas, las mismas mentiras que han acompañado a la institución por lo menos en los últimos cuarenta años, si no son más, y me estoy quedando corto en los cálculos.

Quiero ir a aquellas épocas no por el mero hecho de regodeo en el pasado sino tratando de encontrar una explicación más o menos racional a lo que está sucediendo en el presente. APA fue, durante la larga dictadura de Stroessner, el brazo de la represión en el campo artístico. Aquellos intérpretes, compositores y otros relacionados con el campo musical debían demostrar su adhesión al régimen o bien ser puestos al margen de todo posible beneficio económico. No es gratuito que se le hayan dedicado tantas composiciones musicales a Stroessner porque sus autores y sus intérpretes tenían asegurado, a fin de mes, cobrar sumas siderales en concepto de derechos autorales. Mientras que quienes no lo hacían, por más que disfrutaran de una enorme popularidad y gran aceptación del público, debían contentarse con cobrar sumas ínfimas, miserables. En una oportunidad estaba haciendo un trabajo de investigación sobre estas maniobras de APA y preguntaba, en su local de la calle Chile entre Piribebuy y Humaitá, cuánto cobraba fulano, cuánto mengano y se me ocurrió preguntar por los derechos de Lara Bareiro, que en ese entonces vivía exiliado en Buenos Aires. Una voz cavernosa salió del fondo de una oficina y le escuché decir: “Vayan a preguntar a Moscú. Aquí no queremos saber nada de comunistas”.

Terminó esta etapa y vino la siguiente. APA cayó en manos de otras personas, entre ellas muchas que oficiaban de “pyrague” en el mundo artístico durante la dictadura, pero los resultados siguieron siendo los mismos. Bajo el lema de “para los amigos todos, para los extraños nada” siguió el saqueo a manos llena de un dinero que no les corresponde, un dinero que es de los músicos, un dinero que se lo han ganado con su sacrificio y, sobre todo, con su talento.

Hechos como los que se están denunciando ahora se han denunciado decenas de veces a lo largo de los últimos cuarenta años, o más. Nunca se ha conseguido nada. Nunca se ha podido poner allí una administración transparente, honrada, eficiente, que pueda hacer el trabajo de recaudar los derechos autorales y distribuirlos a sus justos dueños. ¿No es acaso esto una señal clarísima de nuestro subdesarrollo? Porque este es su verdadero significado: un sistema en el que las personas pasan, los nombres cambian, los hechos parecen ser diferentes, pero los problemas siguen siendo exactamente los mismos. Del mismo modo que décadas atrás no se le pagaban a Lara Bareiro sus derechos “porque era comunista”, actualmente se hace lo mismo con Emiliano R. Fernández porque no es parte de la “pandilla” de APA, que muy bien podría cambiarse por otra palabra que rima: “gavilla”.

La labor de APA es tan ineficiente y favorece tan poco a sus asociados que no mueve un solo dedo para luchar contra la piratería de discos de música (CD) y de películas (DVD) que se venden descaradamente incluso en su propia acera. ¿No le están robando así a los legítimos dueños que grabaron esos discos? ¿O eso no les preocupa?

“Hay algo en Dinamarca que huele a podrido”, decía Shakespeare en “Hamlet.” En nuestro país no es “algo” sino “mucho” y lo más doloroso es que la gente no reacciona mientras la justicia duerme su tranquila siesta del trópico. ¿Cómo se explica entonces que no haya ningún mecanismo efectivo para impedir que nos roben de esta manera instituciones como APA o bien la Opaci (institución que nuclea a todos los municipios del país) cuyo escándalo se airea en estos días? Después de todo, no es que se esté pidiendo la silla eléctrica para nadie. Solo se pide que se actúe con justicia.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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