Cuando todo parecía acordado, el senador Fernando Lugo, en unas ambiguas declaraciones a inicios de semana, anunció que no votaría a favor de la iniciativa. Eso lo devolvió de un solo golpe al centro de la escena política. Se convirtió de nuevo en el gran elector capaz de sellar un acuerdo o terminar una iniciativa del Gobierno.
En paralelo los senadores que conforman la bancada del expresidente en el Senado confirmaron que estaban de acuerdo con un segundo mandato presidencial. Incluso anunciaron un voto favorable.
La maniobra tuvo destinatarios diferentes. Por un lado el Frente Guasu mantuvo su acuerdo con liberales y colorados de apoyar la reelección presidencial. No deshicieron lo pactado. Por el otro Lugo fortaleció su posición en la mesa de negociaciones. El objetivo es llegar a la candidatura presidencial en el 2018; pero no implica ceder espacios más allá de los que sean estrictamente necesarios.
En el sector liberal encabezado por el senador Blas Llano la posición gaseosa del exmandatario genera crispación poniendo en duda todos los acuerdos. No solo el voto en bloque se puso en cuestión, también se reinició todo el debate sobre la integración de un frente político para las elecciones presidenciales de 2018. Los liberales se preguntaban si era seguro armar un proyecto político cuando se renunciaba a los compromisos.
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Ahora el Frente Guasu y los liberales que responden al liderazgo del senador Llano volvieron a la mesa de negociaciones para tratar de rearmar un acuerdo. Sin Lugo apoyando la enmienda constitucional, las ventajas del Frente Guasu en el proyecto político para las elecciones presidenciales se reducen. No se pueden obtener espacios amplios si el compromiso es mínimo. Aún así los sectores de izquierda se niegan a resignar cuotas de poder. Además de la candidatura presidencial pretenden una importante cantidad de bancas en el Congreso.
La situación está en un punto bastante frágil y complicado. La amenaza del senador liberal Fernando Silva de no votar por una enmienda si Lugo no votaba a favor fue la muestra más clara del debate interno que mantienen ambos sectores.
El margen de maniobra del expresidente es acotado. Cada día que pase su nominación presidencial se complica. Dejar en manos de la Corte Suprema de Justicia su candidatura es un paso con demasiados riesgos.
Esos riesgos se mostraron más claros que nunca en la tarde de ayer cuando la Justicia Electoral falló a favor del Partido Colorado admitiendo que la campaña del expresidente era engañosa. Una decisión similar de último momento podría acabar con su candidatura.
En medio de ese juego de intereses el Frente Guasu y los liberales deberán resolver qué camino será el más conveniente para sus aspiraciones. Un acuerdo a favor de la enmienda abre el juego a todos, pero somete al país a una fuerte tensión política capaz de desbordar. Cerrar el camino de un segundo mandato presidencial pone un muro a los seguidores de Lugo allanando el camino para el PLRA encabezado por Efraín Alegre y para todos aquellos que pretendan representar a la izquierda.
Desde el oficialismo liberal, la disidencia colorada y sectores de izquierda no afines a Lugo se endurecen las posiciones, se eleva la virulencia del discurso y se abre la posibilidad de una confrontación plena, sin concesiones.
Lugo en las últimas horas trató de recomponer en algo la alianza con los liberales. Admitió que la concertación es el camino, pero por ahora no hay nada cerrado.
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