A mi modo de ver, este hecho muestra, mejor que muchos otros, por qué Marito no es el más indicado para resolver los problemas que sufrimos los paraguayos.
Nuestros problemas surgen de la corrupción rampante que campea en los poderes del Estado.
Nuestra educación niega oportunidades a nuestros jóvenes porque seccionaleros como Roberto Cárdenas usan el sistema de supervisiones escolares para apoderarse de fondos de educación. Nuestros jóvenes han sido condenados al analfabetismo funcional por esta clase de seccionaleros hasta el punto de tener problemas para entender el simple voto cruzado.
Nuestra salud no provee adecuadamente los medicamentos que necesitamos porque los gerentes del gobernante grupo Cartes resolvieron centralizar bajo su control todas las compras del sistema público de salud para buscar así beneficios particulares. No se pagó a los proveedores de medicamentos, se eliminaron medicamentos de las listas de compras, se nos ha condenado a los medicamentos que el grupo Cartes quiere que consumamos.
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Nuestra infraestructura vial, o la de energía eléctrica, fue entregada a los amigos del grupo Cartes endeudando al país para que ellos cobren obras como el metrobús, sin plazos, sin proyectos ejecutivos, sin consideración del daño a terceros.
Nuestro internet no puede avanzar en numerosos municipios porque muchos seccionaleros son dueños de los sistemas de cable locales y prefieren que no haya internet de buena calidad para la gente antes que abrir sus ciudades a las prestaciones de los proveedores.
Nuestros empresarios no pueden competir con el grupo Cartes, porque el grupo Cartes recopila información privilegiada sobre los contratos públicos.
Y un largo etcétera, casi infinito, de otros ejemplos de cómo la corrupción política impide que los paraguayos progresemos como nos merecemos. Eso sin contar que seccionaleros como Óscar González Daher destruyeron nuestro derecho a la Justicia para convertirlo en una transa o que gerentes como José Ortiz convirtieron nuestra seguridad en una dependencia del paso de cigarrillos a Brasil, en la que la prioridad es no molestar a los traficantes.
Marito nos pide que votemos por ellos hoy y nos promete que con ellos va a cambiar los problemas que ellos ocasionan. Nunca se dignó a explicarnos cómo es que va a producir el milagro de convertir en buena gente a esos seccionaleros y gerentes. Nunca reveló cómo les obligará a dejar de hacer aquello que les ha convertido en influyentes potentados.
La respuesta es simple: Marito no explicó nada y nos pide votar por ellos porque, en el mejor de los casos, irresponsablemente cree que esos seccionaleros y gerentes le dejarán administrar nuestra República.
Eso no sucederá por la sencilla razón de que cuando se lleva al gobierno a quienes creen que el gobierno es para medrar, lo que harán desde el gobierno es lo que siempre hicieron desde el gobierno: Medrar.
Marito pudo hacer las cosas de otro modo. Pero eligió hacerlas de este modo, pidiendo que votemos por sinvergüenzas, por ladrones, por acaparadores y eso indica claramente que es difícil que logre cambiar las cosas que los paraguayos necesitamos cambiar para alejarnos de la pobreza y de la injusticia.