Matar por celos

Una mujer que mató a una adolescente fue condenada a 20 años de cárcel. El caso ocurrió en el año 2016, en Presidente Franco, Alto Paraná. Celosa, la asesina le disparó en el pecho a su sobrina porque desconfiaba que esta tenía un romance con su marido y estaba embarazada. Concretó su crimen cuando su esposo se encontraba de viaje; después de matar, colocó el arma en el bolsillo del saco del hombre. Tras más de 2 años, la investigación del caso concluyó con su condena. Apenas se resaltó esta noticia, que, según el feminismo, no cabe dentro del feminicidio. Tampoco se relaciona al mundo de la mafia, quizás por eso no tuvo destaque.

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Diariamente los medios nos reportan sobre asesinatos y crímenes, no de todos, pero sí los que se consideran más destacados. No es extraño que en un mundo y, por ende, sociedades donde existe ya, además de la violencia natural, una industria de la violencia, las personas vivan aterrorizadas, pudiendo convertirse tanto en víctimas como en victimarios. Los crímenes donde hay consanguinidad, como el del caso de CDE, son lamentablemente normales en nuestra cultura. Los celos son un detonante que puede ser letal, y esconde, según la psicología, una baja autoestima.

La mayoría de las noticias concluyen en que los crímenes fueron por celos, pero cada caso requiere una profundización, considerando lo que sale a flote: la traición, la deslealtad, el engaño y otros males que sufren muchas parejas.

Recuperar la fortaleza y reconstruir a las personas para sanar la sociedad, hombres y mujeres, es un trabajo que estamos dejando de lado. La condena ante un asesinato compete a la parte legal y da un alivio de justicia momentáneo masivo, pero no repara ni previene.

La joven que murió solo tenía 16 años, su ejecutora, 35. Hay una gran diferencia de edad, sacando una cuenta sencilla, podía ser su madre.

Mientras la gente pide más y más cárceles, policías especiales, pero no tenemos trabajos de prevención criminal, no hay centros ni ayudas, menos propuestas claras y presupuesto. Crecemos en la mayor orfandad y relegamos todo a que “eso se aprende en la casa”. Sí, pero cómo, cuando no hubo hogar o lo hubo lleno de problemas de toda clase.

Demasiados matrimonios y parejas de hecho se forman por mera intuición, sin cimientos, sin valores, sin diálogo, sin conocerse. Aumenta el número de destinadas con mucha antelación al fracaso o a una estabilidad eternamente en riesgo. Separaciones, divorcios, peleas, riñas, silencios que acumulan rencor.

Cierto es que el verdadero amor es libre, pero eso no significa vivir sin compromiso. 

Esta mujer mató no porque desconfiaba que su sobrina tenía una relación con su marido, sino porque, en su mente, tenía la certeza. Mujeres asesinas “por amor, por celos”, también existen y necesitan ser tratadas.

Aprender a dialogar, saber encontrarse como pareja suena anticuado y hasta ingenuo, pero es fundamental. Una sociedad no crece si no crecen los individuos integralmente, y después están aptos para decidir cabalmente lo que desean.

“La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad: solo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar el odio: solo el amor puede hacer eso” (Martin Luther King Jr.).

lperalta@abc.com.py

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