Mediocridad

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Cuando vi el video recurrí de inmediato a la obra de José Ingenieros, El Hombre Mediocre, lectura obligada de la década del setenta del siglo pasado, tratando de ver retratado ahí a nuestro primer actor parlasuriano. En aquella época había mucha mediocridad en el gobierno de Stroessner y cualquiera que se preciara de opositor o crítico no podía dejar de leer este libro para sentirse reconfortado, ya que estaba prohibido pensar mal de los gobernantes y más aún expresarlo.

En la década del ochenta, mientras ABC Color estaba clausurado (1984/89), se grabó un documental sobre la situación de la dictadura en Paraguay y se lo difundió a través de los canales de Radiodifusión Católica Rotherdam de Holanda. Fueron entrevistadas varias personas, entre ellas, monseñor Mario Melanio Medina, quien manifestó que el país está gobernado por una mafia de mediocres privilegiados, contrabandistas y narcotraficantes.

Por animarse a decirlo, Monseñor Medina fue atacado día y noche por los órganos de difusión de la dictadura, en especial por el diario “Patria” y “La voz del Coloradismo”, y con él otros entrevistados: Domingo Laíno y Humberto Rubin.

Todos ellos fueron tratados de “sujetos repugnantes, como el agitador Domingo Laíno, el Checo Esperpento; el raputinesco director de la emisora subversiva Radio Ñandupé, Humberto Rubin, y –que nadie se asombre– un notorio guerrillero con sotana, sotana roja desde luego, monseñor o mal-señor Mario Melanio Medina, eme de Mario, eme de Melanio y eme de Medina, no eme de miér…coles”.

La élite colorada de la época quedó tan impresionada con esta campaña, que se planteó en la Junta de Gobierno del Partido Colorado la edición en un libro con los editoriales de Patria y de La Voz del coloradismo referidos al tema, pero menos mal que el ataque a monseñor Medina no pasó de una dialéctica de amenazas y difamaciones, de lo contrario hubiera corrido la misma suerte de los otros mencionados: Laíno y Rubin, que sufrieron todo tipo de persecuciones, en especial el primero.

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Más de treinta años después, el Gobierno dejó de ser una dictadura para denominarse democracia, pero la gavilla de mediocres privilegiados, contrabandistas y narcotraficantes sigue intacta, tal vez inclusive en una versión mucho más grave y peligrosa comparativamente con la de aquella época. Sin embargo, hoy existen muchos más diarios “Patria” que defienden al gobierno y varios programas como La Voz del coloradismo que refutan a los críticos del sistema político con el mismo énfasis, aunque con menos eficacia represiva.

Era indefendible el régimen de terror y corrupción de la dictadura, tal como lo es también el régimen actual impregnado de corrupción, narcotráfico, contrabando y mediocridad. Apenas estallan los casos de cada uno de estos rubros y saltan las defensas en las redes y en la prensa amiga, tal como lo hacían en su momento Patria y La Voz del coloradismo.

Esta vez estalló un escándalo de manifiesta mediocridad tan bien descrito por José Ingenieros al decir que “desfilan ante nosotros como simples ejemplares de la historia natural, con tanto derecho como los genios y los imbéciles”. El hombre mediocre –dice el autor del libro– tiene como característica “imitar a cuantos le rodean, pensar con cabeza ajena y ser incapaz de formarse ideales propios”.

Lamentablemente nuestro personaje ni siquiera fue capaz de imitar al peor de su especie parlasuriana para sobrevivir en un rebaño ajeno a sus modales, a su formación y su lenguaje, pero lo admirable del caso fue la perfección con que sus defensores, Víctor Ríos y Pakova Ledesma imitaron a los locutores de La Voz del coloradismo procurando instalar la validez de una representación que solo ellos eligieron, con el argumento de que es “hombre de equipo” y lo lanzaron al gaseoso universo de la votación a ciegas donde algunos electores aprecian de verdad la preocupación del señor por dotar a su comunidad de una costanera y distribuir becas de estudio.

Hace tiempo vengo tratando de entender qué nos quiere decir el gobierno con su aviso publicitario sobre la construcción de puentes: más puentes en cinco años de lo que se hizo en cuarenta; puentes aquí, puentes allá, puentes y más puentes. ¿Qué quiere decir? No puede ser otra cosa que en treinta años no ha cambiado más que la capacidad de nuestros gobernantes de hacer mayor cantidad de puentes, o sea una letal mediocridad de gestión similar a la que nos ofrecen también los administradores de justicia ordinaria y por supuesto ciertos legisladores.

ebritez@abc.com.py