Debemos señalar que la idea totalitaria, sobre el cuál se cimentaron los regímenes militares de América latina, es una doctrina vigente que no está perimida. Puede resurgir porque los pilares de la democracia no tienen solidez por la ambición desmedida y desvergonzada de los políticos.
Hay un vacío de contenido filosófico de los partidos políticos, porque sus líderes se apartaron de sus doctrinas y pusieron el interés personal y de grupo por encima de los ideales.
En ese contexto se desenvuelve la vida política del país sometido por mercaderes, polítiqueros y de muy baja ralea, salvo excepciones.
Las Ligas Agrarias se formaron con la idea solidaria de cooperación, respeto y ayuda mutua para el crecimiento económico y social; en lo posible no depender del Estado ni de nadie. Los líderes tuvieron una solida formación cívica.
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Eran campesinos trabajadores que producían rubros de renta y de consumo. A raíz del esfuerzo en conjunto tuvieron crecimiento económico. Lógicamente analizaban la cuestión política y promovieron los valores de libertad y conciencia cívica para lograr la democracia.
El régimen de Alfredo Stroessner (1954-1935) no iba a permitir la expansión de las Ligas Agrarias que de por sí era una amenaza para el sistema. En la Pascua Dolorosa de 1976 empezó la represión con sus consecuencias de tortura, muerte y desapariciones.
Para entender bien, el totalitarismo es un régimen de extrema derecha, anticomunista, antisemitista (hostilidad hacia los judíos) y anticristiano. Eso explica la persecución a los sacerdotes de la Iglesia Católica que apoyaron a los campesinos.
Sin embargo, ningún poder autoritario permaneció de pie ante los valores de la libertad y la democracia. Es importante mantener viva la memoria histórica y no volver al pasado.
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