Palabras más, palabras menos, la declaración causó polémica sobre todo entre los cumbieros, que son montones en el Paraguay. También se molestaron los seguidores de esta clase de ritmo, que son numerosísimos. A algunas personas no nos agrada tanto ese tipo de música, no porque nos creamos los cultos; sino que simplemente no es de nuestra predilección. Tuvimos el privilegio de crecer, sintonizando melodías suaves y románticas, que son un gozo para el espíritu. Ni que decir de las clásicas de Mozart, Beethoven, Vivaldi, Schubert o Chopin. Estas son verdaderas inspiraciones divinas que vienen del cielo. Actualmente, uno entra en internet, en “música para relajarse” y encuentra miles de opciones.
La afirmación del ilustre maestro no está fuera de lugar ni lejos de la verdad, porque a diario vemos en las tapas de los periódicos y en los espacios de noticieros, los hechos policiales, en discotecas, clubes sociales, canchas, cumpleaños y otros eventos. Con esos ritmos enloquecedores, cigarrillo, cervezas, violencias y sexo, complementan el círculo. También, sostener que solo en ese entorno suceden las cosas malas, es un error. No se puede generalizar.
Lo que no podemos negar es que nuestra sociedad está cada vez más violenta y degradada en cuanto a valores cristianos, éticos y morales. Esto obedece a muchas causas, por ejemplo, a la corrupción, la impunidad, la pobreza, la ignorancia, la falta de empleos, de salud y educación.
Tal vez, la música, como expresión de arte, incide y muestra parte del comportamiento colectivo. Estudiosos de la música, en la Universidad de Toronto, Canadá, llegaron a la conclusión de que ciertas clases de melodías, especialmente las clásicas, actúan en el cerebro humano, haciendo segregar la serotonina, lo que da una sensación de paz, alegría, calma y sosiego. Las melodías que tienen murmullos o cascadas de agua ayudan a descansar la mente. Quizás, es hora entonces de volver a poner en escuelas, colegios y universidades esas músicas sublimes que deleitaron nuestro espíritu, cuando éramos adolescentes. Hábitos que nos quedaron para toda la vida.
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El gran maestro Szarán sabe que la música puede transformar el destino de las personas. Como creador de “Sonidos de la tierra”, conoce el milagro que obra en los pequeños, inclinarse a este arte, que realmente los sensibilizan y los tornan más humanos. E l gran ejemplo que nunca nos cansamos de repetir es el caso del gran maestro José Asunción Flores, que siendo hijo de una humilde lavandera de la Chacarita, fue llevado a la Banda de Policía, donde muy pronto demostró su enorme talento. Su destino pudo ser otro, pero tuvo la suerte de ir a parar en un sitio donde le dieron la oportunidad de descubrir y desarrollar su arte. Así fue el inicio del irrepetible Flores de nuestra maravillosa guarania. Casi en todos los paraguayos, hay un potencial artista, sobre todo músico. La sociedad se refleja en muchas conductas. Depende de nosotros elegir el tipo de música para deleitar el espíritu.
Lastimosamente, la juventud está en el ruido y en el aturdimiento y se deja arrastrar por la corriente. No tiene oportunidad para seleccionar los ritmos más exquisitos; aquellos que verdaderamente son arte, son belleza que alimentan el alma y descansan la mente.
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