Nació para educar y dejó huellas imborrables

La historia de la educación en el Paraguay es la historia de maestros y maestras, que la mayoría de las veces, deben vencer miles de dificultades para llevar la luz y luchar contra la ignorancia. Más todavía si se trata de zonas alejadas de la capital, donde los caminos son polvorientos en días de calor y cuando llueve el barro se pega a los calzados. Tanto, las mañanas congeladas de invierno como las siestas caldeantes del verano, no son obstáculos para quienes abrazan la docencia, con verdadera vocación. Es lo que sucedió con la profesora María Cabrera Zayas, maestra de corazón, que pasó por las aulas y dejó recuerdos imborrables. Toda su carrera la construyó con sacrificio, afecto esperanza, disciplina y amor. Convencida de que la dulzura hay que mezclar con el rigor, para lograr un resultado mejor, en temas de educación.

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Nacida en Capiatá en 1943; fueron sus padres don Fulgencio Cabrera y doña Ana Zayas, un matrimonio muy querido y respetado en su comunidad. María tenía ocho hermanos: De los Ángeles, Anuncio, Juan Sixto, Bernarda, Marina, Alejandrina, Simón y Bonifacio. Seis de ellos ya partieron hacia la eternidad.

De aquellos tiempos de su infancia y niñez, María guarda los más bellos recuerdos. La casa de sus padres, donde hasta hoy ella vive, es un sitio paradisiaco, lleno de plantas frutales, medicinales y ornamentales. La tierra de sus padres, se extendía en varias hectáreas, donde se dedicaban a los cultivos y a la cría de animales. Su madre, doña Ana Dejesús, era la típica mujer paraguaya, luchadora incansable y que transmitía los buenos valores a sus hijos, con el ejemplo. Ni qué decir, de don Fulgencio, que era la autoridad en la familia y a quien todos los hijos trataban con el máximo respeto. Los Cabrera Zayas educaron a sus descendientes como se acostumbraba en esos tiempos, con disciplina, trabajo, estudios y vocación de servicio.

María sintió de joven que quería ser maestra. Sus estudios primarios los hizo en escuelas de Capiatá y San Lorenzo. Terminó su carrera de maestra normal en el Colegio “María Auxiliadora”, de Asunción. Como era de familia liberal, en los tiempos de la dictadura stronista fue difícil para ella encontrar trabajo. Viajó a Buenos Aires de donde retornó en 1978, logrando enseñar en el tercer grado en la escuela de Coronel Thompson (Ypané). En 1992, fundó la escuela “Suecia”, ubicada a pocos metros de su residencia, en el barrio “Kennedy”, de Capiatá. Esto vino a llenar una gran necesidad de la comunidad, que requería de más centros educativos. Décadas atrás, su hermana Julia Cabrera había sido una de las principales fundadoras de la escuela “John F. Kennedy”, hoy convertida en la principal comunidad educativa de ese lugar.

La profesora María Cabrera Zayas estuvo en la dirección de la escuela “Suecia” muchos años, hasta acogerse a los beneficios de la jubilación. A lo largo de su labor docente conoció las dos caras de la profesión: la gratitud de alumnos, padres y colegas y también el otro lado, la injusticia de muchas personas que la persiguieron por ser del partido liberal y fundamentalmente por ser tan honesta y luchar contra la corrupción. Nunca le gustó que las maestras y maestros sean designados según sus banderías políticas, sino que se los nombren por concursos según méritos y aptitudes. En este punto, siempre ha mantenido una postura clara e inclaudicable. Esos difíciles años han pasado y ahora disfruta de paz y tranquilidad en su casa rodeada de árboles y frescos aires por doquier. Comparte los días con su sobrinita Meli, una preciosa niñita de seis añitos, que es su adoración. Toma mate, tempranito, con su hermano Bonifacio (Kalaíto) y le gusta cocinar a todos los sobrinos. En la cocina, se destaca como una gran especialista, sobre todo, en platos típicos, que le salen deliciosos. Le encanta compartir con todos los allegados, ya que su espíritu dadivoso la ha convertido en una gran maestra y una excelente persona.

blila.gayoso@hotmail.com

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