Niños, botín de guerra

El término síndrome de alienación parental fue acuñado en 1985 por el psiquiatra Richard Gardner, y se define como “desorden psicopatológico en el cual el niño, de forma permanente, denigra a uno de sus progenitores; viene como consecuencia de separaciones y divorcios conflictivos y destructivos. Se denigra generalmente, pero no exclusivamente, al padre”. ¿Quién no ha sufrido o presenciado un caso de alienación parental? Los casos van en aumento y es importante que nos preguntemos por qué.

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El 99% de los divorcios no se han logrado hacer de manera pacífica, madura y civilizada como pregonaron sus férreos defensores en otra época. No existe el niño que no sienta la ruptura entre los dos seres a quienes ama, para él tanto el papá como la mamá son idénticos en importancia y es hora de que los profesionales ayuden a romper el prejuicio tan arraigado de que la madre es más que el padre. Ningún ser humano nace sin la unión de lo masculino y femenino; fuimos y seremos compuestos por esas dos partes hasta el fin de los tiempos.

Que se califique a la sociedad paraguaya de cálida tiene muchísimo que ver con la conservación, con virtudes y defectos, de la familia. Pero el futuro no será igual, hoy tanta gente emprende el matrimonio mascando chicle: “Si no resulta, me divorcio”. Pero casados o no, si hay hijos, la relación es muy diferente.

En la mayoría de las separaciones se convierte a los niños en botín de guerra e incluso los consideran “traidores” si quieren a la otra parte. El Dr. Gardner explica que el trastorno puede darse también en ambos progenitores y el niño quedar entre ambos odios. En los casos más graves, el niño queda perturbado por la manipulación y llega a compartir fantasías paranoicas.

Extrañamente, el síndrome de alienación parental no está reconocido por la Organización Mundial de la Salud ni la Asociación Americana de Psicología, porque consideran que no reúne “consenso científico” para su aceptación como trastorno de salud mental.

Pero la realidad exige soluciones, en Brasil y Argentina ya existen leyes para encarar el SAP, “en Paraguay deberíamos hacer lo mismo”, recomienda el Dr. en Psiquiatría José Vera, del Ministerio Público. Así también en otros países hay aguerridas organizaciones de padres que buscan que se haga justicia respecto a la denigración constante que sufren y principalmente al impedimento de ver a sus hijos.

El planteamiento que nuestra sociedad debe hacerse no es fácil. Si partimos diciendo que la mujer es la que siembra cizaña sobre los hijos hablando pestes sobre el padre y su familia, seríamos injustos, ya que hoy se da el caso de hombres que proceden igual. Es trascendente entonces considerar que cada caso es particular y no sirven las leyes basadas en el pensamiento único.

En un blog por la tenencia compartida, un padre se desahoga: “Mi ex le dice a mi hijo de 7 años que mi bebé –con otra mujer– no es su hermanito”. Por otro lado, la mujer con frecuencia acusa a su exmarido de abusar sexualmente de su propia hija. Verdades y mentiras.

Debemos centrarnos en lo justo, y aquí se trata de cuidar a los niños, pero paradójicamente ellos son los menos escuchados.

¿Cuánto vale legalmente sus palabras y deseos? En España este año inhabilitaron por 10 años de su función pública al combativo Juez Francisco Serrano por haber cometido el “prevaricato” de aprobar lo que quería un niño –quien vivía con su madre– que era quedarse un día más de vacaciones con su padre. Difíciles están las cosas a nivel familiar en el país europeo donde con más rigor se aplica la ideología de género.

En Paraguay sufrimos la alienación parental y es obligación de los organismos gubernamentales pensar seriamente en el asunto. Padres y madres, aunque no lo padezcan, también deberían en reuniones formales o informales tocar este tema; conversando, clarificando ideas pueden ayudar a otros, y por ende a toda la sociedad.

lperalta@abc.com.py

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