Niños, víctimas de la corrupción

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La que culminó fue una semana de derrumbes en el departamento de Cordillera. Primero con lo sucedido en la Escuela Virginia Ayala de González, de la compañía Tape Guazú de Piribebuy, donde ocho niños resultaron heridos, dos de ellos de gravedad; y que requirieron internación e intervención quirúrgica.

Una galería correspondiente a un pabellón colapsó y cayó sobre los alumnos. Los docentes señalaron que solo se puede acreditar a un milagro el hecho de que no se hayan registrado víctimas fatales.

En la escuela Defensores del Chaco de San Bernardino se produjo también un desprendimiento y posterior derrumbe de una parte del techo, el jueves 4 en horas de la siesta. La alerta la dieron los padres de familia.

Ese salón ya había sufrido un derrumbe en marzo pasado, motivo por el cual fue clausurado; y por ello los docentes desarrollaban sus clases en las galerías de la institución.

El director Adolfo Manuel López no se encontraba en la sede escolar, pues había pedido permiso para acompañar a su hijo menor en un campeonato Nacional de fútbol de salón, disputado en Minga Guazú, departamento de Alto Paraná.

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El docente negó en varias ocasiones que se encontraba fuera del departamento, alegando problemas familiares para su inasistencia a su lugar de trabajo.

La escuela a su cargo literalmente se va cayendo a pedazos, por lo que resulta inadmisible la conducta del docente que tiene a su cargo la formación de más de 200 niños y adolescentes.

Mientras, las autoridades de la Gobernación de Cordillera y las municipalidades –Piribebuy y San Bernardino– afirman no contar con recursos y se pasan especulando sobre la posibilidad de que se apruebe la Ley de Emergencia Educativa para echar mano de los recursos y presumiblemente manejarlos a sus antojos.

Si bien los intendentes asumieron en diciembre pasado, para justificar sus excusas deberían empezar por transparentar sus gestiones mostrando qué se hizo de los recursos del Fonacide, otorgados para el mejoramiento de la infraestructura escolar.

Nuestros niños son víctimas de un sistema corrupto, al que se debe poner fin antes de que ocurran verdaderas desgracias.

desire.cabrera@abc.com.py