Violar y asesinar a mujeres se volvió una incultura, no solo en San Ignacio, sino a nivel país. La violencia no puede considerarse una cultura porque denigra y atropella la autonomía de las personas.
La cultura es creación del hombre, manifestaciones artísticas, mitos y leyendas; costumbres y tradiciones folclóricas que identifican a los pueblos y que ayudan al desarrollo de las comunidades. Por eso está mal expresada la “cultura de la muerte” que se practicaba en la antigüedad.
La violencia contra la autonomía sexual y toda clase de vejaciones que causan daños físicos, sicológicos y morales, son hechos reprochables, desde el punto de vista legal y el derecho de las personas.
El hombre es el único ser vivo que ataca a su mismo género para saciar sus bajos instintos. Por el contrario, los animales cumplen el ciclo biológico de la reproducción, sin forzar ni dañar al compañero, a su complemento.
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En San Ignacio se denunciaron varios hechos de atropello a la autonomía sexual. Dos violaciones de los casos fueron a punta de pistola, según los relatos. También dos mujeres sufrieron atentados con armas de fuego.
A la movilización de los estudiantes de la Facultad de Derecho de la UNP, se sumó la Red de Mujeres del Sur que elevó su voz de protesta por la inseguridad reinante y los atropellos que están sufriendo sus congéneres.
La coordinadora de la movilización, la joven Tamara Zoilán, señaló que en San Ignacio y en el país entero la población sana y honesta está cansada de la violencia contra las mujeres. Pidió justicia y seguridad a las autoridades encargadas de brindar protección a la ciudadanía. Exigió acciones para que acaben los ataques sexuales que se volvieron un flagelo en la sociedad.
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