No pueden con él

Lo sucedido con la orden de allanamiento de la casa del senador Óscar González Daher y con el exfiscal general del Estado, Javier Díaz Verón, y su esposa, María Selva Morínigo, revela la importancia que tienen los fueros para personas con altos cargos públicos, que necesitan de la impunidad. Máximo ahora que surge la reacción ciudadana como un nuevo actor de control en el escenario donde se asignan, se gastan y se roban los fondos y recursos públicos.

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Díaz Verón y su esposa se vieron obligados a permanecer ocultos por unos días al llamado de la justicia para luego presentarse y ser enviados directamente a la penitenciaría. No tenían ninguna posibilidad de invocar fueros, inmunidades ni nada por el estilo, solo puede salvarlos de la condena algún gesto de lealtad o amistad en el transcurso del proceso judicial, pero como ya se encuentran fuera de la jurisdicción del sistema político, no cuentan con respaldo de jefes partidarios y menos aún de la protección corporativa. 

Personas como Díaz Verón, que pasaron por cargos como la fiscalía general, desde donde podía sancionar o perdonar cumpliendo órdenes políticas, dejan de ser útiles al sistema desde el momento que pierden poder, y si no supieron antes tejer lealtades con miembros del sistema político o si no supieron construir el camino que los lleve a ese escenario, se quedan solos tratando de cumplir el sueño de la impunidad con lo que logró recaudar.

Distinto es el caso del senador Óscar González Daher, quien en el período anterior (2013/18) fue destituido por sus propios pares a raíz de las revelaciones por radio Cardinal de audios en los cuales se escuchan testimonios de su activa participación en negocios turbios que comprometen a fiscales, jueces, ministros de la Corte, abogados, miembros del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y un funcionario clave de dicha institución, para presionar, extorsionar y chantajear. 

A González Daher en aquella oportunidad se le arrancó la investidura parlamentaria, que es para un corrupto como dejarlo desnudo en plena sesión, exhibiendo con ello una grotesca perversidad que resulta visible a cualquier interesado en ver su negro antecedente y su pérfido presente. Pero como el personaje es político, cuenta con protección que va más allá de los simples fueros; entonces no pueden con él.

El sistema político le garantiza volver a formar parte de la lista de candidatos al mismo cargo del cual fue expulsado, ubicarse en un lugar privilegiado de la lista para un nuevo período de cinco años (2018/23); no ser molestado por el tribunal de conducta de su partido ante la protesta generalizada de la oposición interna, tampoco por la Justicia Electoral que no solamente lo habilitó sino tuvo el placer de proclamarlo como “HONORABLE” senador de la nación, título consignado en un certificado que además fue entregado en acto público. 

Con todo este antecedente, fue reelecto senador nacional y con ello se lo habilita a impedir el allanamiento de su vivienda y al mismo tiempo a que la justicia se inhiba de revisar documentos en una de sus empresas en la que se sospecha pudo haber lavado de dinero. De hecho extiende la inmunidad parlamentaria -que es solo de protección de la palabra y de su libertad personal- a sus inmuebles, vehículos, empresas, inclusive a sus hijos y esposa.

Esta es la gran diferencia entre ser político con fueros y no ser nadie. En vez de estar en la cárcel, está sentado sin hacer nada donde nadie puede molestarte, y además gozar de otros beneficios harto conocidos por los lectores. Moraleja: si quieres robar sin consecuencia alguna, forma parte del sistema político... por lo menos hasta que la gente cansada de tanta porquería te ponga definitivamente en tu lugar. No tardará para que ello ocurra, ya está ocurriendo en los alrededores.

ebritez@abc.com.py

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