Para empezar, sobre todo en localidades del interior, hay “universidades” e “institutos de educación superior” que jamás fueron creados por ley y, por tanto, legalmente no existen. Pese a ello, ofrecen diversas carreras a jóvenes que después se topetan con el problema de que sus títulos no son válidos, como ocurrió con muchos supuestos licenciados en enfermería y kinesiología.
Después están los centros de educación superior que sí fueron creados por ley pero que ofrecen carreras que nunca fueron oficialmente habilitadas por el anterior Consejo de Universidades ni el actual Consejo Nacional de Educación Superior (CONES). Los jóvenes así engañados poseen títulos auténticos de contenido falso.
Por otra parte, están algunas universidades que ofrecen carreras habilitadas pero con clases únicamente los fines de semana. El problema con esta modalidad es que no alcanza ni remotamente la cantidad mínima de horas cátedra presenciales obligatorias que exige el Cones. Por ahora, quienes egresan de estos centros obtienen títulos válidos pero que están absolutamente desprestigiados en el mercado laboral y profesional.
Otra irregularidad es la existencia de carreras universitarias que en su propia denominación y en su contenido se prestan a confusiones. Por ejemplo, la ingeniería es una ciencia que utiliza las matemáticas, el cálculo aplicado, la física, la química y otras disciplinas para el desarrollo de tecnologías en campos específicos como la ingeniería civil, la industrial, la electrónica, la electromecánica, etc. Pero en los últimos años se han creado carreras difíciles de comprender como ingeniería comercial, ingeniería en marketing, ingeniería en comercio internacional, etc.
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Asimismo, persiste la mala utilización del título de “doctor” para egresados en las carreras de medicina, odontología, economía o derecho. El doctorado implica haber concluido una carrera de posgrado y haber defendido una tesis doctoral; por tanto, no corresponde a quienes solo realizaron una carrera de grado.
También existe una generalizada confusión sobre las carreras habilitadas y las acreditadas por la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior (Aneaes). Esta entidad es la encargada de evaluar la calidad académica que ofrecen las universidades; si sus carreras cumplen ciertos estándares de calidad son acreditadas. La acreditación es un proceso costoso y lento; por eso, la Aneaes va convocando anualmente algunas carreras, y las demás deben esperar su turno.
Un estudiante que está por comenzar su formación terciaria debe evitar las universidades “mau”, asegurarse de que la carrera a seguir está legalmente habilitada y, mejor todavía, si esa disciplina está acreditada por la Aneaes.
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