La orquesta H2O (símbolo químico del agua) es la formada por jóvenes de diferentes ciudades formados a través del proyecto Sonidos de la Tierra y que utilizan instrumentos construidos a base de objetos recogidos de la basura, relacionados con el agua.
En un comunicado, la oficina de prensa de la Unesco dijo que la directora general de ese organismo, Irina Bokova, “realizó el nombramiento oficial como Artistas por la Paz de la Unesco a la orquesta H2O Sonidos de la Tierra bajo la dirección del maestro Luis Szarán”. Como parte de la ceremonia, la orquesta ofreció un concierto al que asistieron diplomáticos, autoridades, colaboradores de la Unesco e invitados especiales.
La distinción se ha hecho efectiva al cumplirse los 24 años de la institución del “Día del Agua” en la Asamblea General de Naciones Unidas de aquel año. De allí que se haya subrayado el nombre de la orquesta y Szarán, en el discurso al que aludo líneas más arriba, dijo que de ese modo “el mundo tomaba conciencia de que podía morir de sed y la importancia decisiva, esencial y vital de este recurso maravilloso que sustenta la vida del planeta”. Luego agregó: “En el corazón de América, Paraguay es un pequeño heroico país, bendecido con un maravilloso abanico hidrográfico y asentado sobre el acuífero guaraní, una de las grandes reservas mundiales de agua dulce. Desde ese corazón de selvas milenarias, Paraguay les trae hoy, al seno de la Unesco, un mensaje musical de inmenso contenido, para sumar nuestro esfuerzo al gran desafío del siglo que vivimos”.
Quizá desde la distancia, nuestra gente no termine de entender, cabalmente, el significado de este grupo musical. Pero el interés que estos jóvenes intérpretes despiertan es enorme. Semanas atrás, en esta misma columna hacía referencia a la proyección de una película documental, de unos quince minutos de duración, en un cine de Salamanca. Fue como complemento de una película comercial, de largometraje, de origen brasileño, “El profesor de violín” que enfoca un tema parecido: la utilización de la música como manera de integrar a jóvenes de barrios marginales. Me sorprendió que a la salida del cine la gente iba comentando con mayor interés este cortometraje y no la película principal. Si bien en casos como este uno se pregunta qué criterio utilizar para calificar las películas de “principal” o de “complemento”.
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En un momento del artículo hablé de la distancia entre París y Asunción, para valorar la importancia del gesto realizado por Unesco. Pero utilizando la distancia, a la inversa, a la que existe entre Asunción y Salamanca, se produce otro efecto. Leyendo desde aquí los periódicos, percibimos algo muy parecido al apocalipsis, con un país devorado por la corrupción, estancado por la ineptitud de una clase política mediocre, y una ciudadanía apática que no termina de reaccionar ante tantas calamidades. Frente a este panorama, ver descollar a un grupo de jóvenes nacidos y criados en la marginalidad, es suficiente para recuperar la confianza y creer que no todo se ha perdido.
jesus.ruiznestosa@gmail.com