Otra visión en la educación

En el imaginario de todas las clases sociales persiste la idea de que la educación es cosa para niños, adolescentes y jóvenes; que los planificadores de la educación deben organizar el sistema educativo para los cuatro niveles: educación inicial, escolar básica, media y superior, esta última, con institutos técnico-profesionales, de formación docente, superiores y universidades.

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Esa idea y esta estructura del sistema de educación ya no sirven, son insuficientes. En un mundo en mutación constante y acelerada, amenazado por la codicia irresponsable que está destruyendo el planeta Tierra, la educación de calidad requiere que todos estemos en un estado permanente de aprendizaje a lo largo de la vida. Los adultos no sabemos vivir en un mundo con cambios continuos, que entre otros factores vienen producidos por la aplicación de los descubrimientos científicos y por las innovaciones ininterrumpidas de tecnologías accesibles, insertas en la vida cotidiana. La educación es necesaria durante toda la vida.

La educación en diferentes modalidades facilita y orienta los aprendizajes para poder y saber vivir en este mundo. Pero “este mundo” cada día está siendo diferente en muchos aspectos evidentes y no evidentes. Qué duda cabe que las sorprendentes tecnologías de la información y la comunicación han dinamizado nuestras potencialidades personales para comunicarnos con los demás, obtener información, reforzar ilimitadamente nuestra memoria, provocar y producir conocimientos, enriquecer nuestra afectividad, multiplicar nuestra presencia, superar las distancias en el espacio, etc…, pero también hay que reconocer que sin educación en y para la sociedad virtual el uso de las tecnologías fácilmente se banaliza y frecuentemente se usa para agobiarnos de contactos efímeros (como en el uso ininterrumpido de los celulares inteligentes), en vez de ayudarnos a alcanzar grandes beneficios de desarrollo humano, crecimiento personal y extensión y profundización de aprendizajes de conocimientos y competencias. Nuestra banalizacion en el uso no le quita valor a las tecnologías, sencillamente estamos usando cañones para matar moscas, por la sencilla razón de que estas tecnologías entraron en nuestras vidas sin haber sido educados fehacientemente para vivirlas en toda su exuberancia intrínseca. Hay mucho uso, pero sin la cultura y formación correspondientes; hay muchos contactos, pero escasamente ayudan a crecer.

En un mundo irremediablemente globalizado, somos ciudadanos del mundo sin habernos educado para serlo. La sociedad virtual ha roto las fronteras y se acaban los nacionalismos, salvo para algunos desubicados que pretenden caminar a contramano de la historia. La corresponsabilidad mundial pasa por la voluntad y la conciencia de todos los ciudadanos del mundo.

La UNESCO ha publicado un importante documento (2015) con el título “Replantear la educación. Hacia la educación para un bien común mundial”. No hablemos solamente del bien común nacional, porque nuestra suerte de sobrevivencia y con más razón de calidad de vida está en el bien común mundial. Si a nivel local, nacional y mundial seguimos destruyendo los ecosistemas, deforestando, contaminando aguas, suelo y aire, los perjudicados somos todos los habitantes del planeta. Por algo el Papa Francisco escribió con valentía la encíclica “Laudato si”, (Alabado seas) inspirándose en el famoso himno de San Francisco de Asís, en defensa de la naturaleza y el cosmos.

La visión y manera de organizar la educación debe ser distinta no solo porque en el sistema hay que incluir necesariamente, con las adecuadas estrategias, a los adultos, sino porque también los niños, adolescentes y jóvenes deben recibir otra educación: “en una sociedad cambiante, también tiene que cambiar la educación”. El documento de la UNESCO inicia su prólogo preguntando: ¿Cómo debe ser la educación en el siglo XXI? ¿Cómo deben organizarse los aprendizajes? Y caben otras preguntas que podemos añadir, como, ¿qué debemos aprender los adultos y qué los estudiantes menores? Porque son tan caducos los conocimientos que es inútil hacerles aprender conocimientos que ya son de museo.

En 1989 el desafío prioritario para la reforma educativa era histórico y coyuntural: cómo educar para pasar de la dictadura a la democracia. Ahora, casi treinta años después, el desafío prioritario es cómo educar en un mundo acelerado, amenazado en su naturaleza y hasta con la violencia catastrófica de las bombas atómicas y de hidrógeno, nerviosas en los arsenales de diez países. ¿Cómo educar a adultos y menores para el bien común mundial?

jmonterotirado@gmail.com

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