Palabras e ideas

Antes nos manejábamos con el diccionario, con reglas claras citadas en un acuerdo verbal académico de que hombre era igual a ser humano, y ninguna mujer se sentía excluida del mensaje. Hasta que las ideologías instalaron términos supuestamente contra la discriminación, primero en las ONG, después en la política, más tarde con los medios de comunicación llegó a la escuela, la calle y hasta a los púlpitos, una forma no nueva sino redundante de expresarse.

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De esta manera el género gramatical masculino de cualquier objeto ha sido relacionado a la sexualidad, y de ahí a todo campo. Y el universo virtual, tan influyente sobre las masas, está lleno de post donde se ilustra con un hombre, incluso un niño, lo negativo, los crímenes más terribles, la falta de virtud o capacidad, y con una mujer las cosas buenas, las revoluciones, la libertad, la patria, etc.

Ya hay mucha gente que por ósmosis utiliza los sustantivos o adjetivos femeninos y masculinos en cada cosa que dice o escribe, promoviendo además de un mal uso del lenguaje, un debilitamiento de lo que en realidad quiere decir, por más buena intención que tenga.

Los redundantes justifican todo con una visibilidad y derechos de la mujer, pero ellos no deben obligarnos a hablar en políticamente correcto y sus derivados tan extravagantes como preocupantes. “Umberto Eco ha resumido tres fases de lo políticamente correcto: una, su origen izquierdoso y socialmente intencionado en los EE.UU.; dos, su reorientación hacia las disquisiciones y ocurrencias terminológicas, y tres, su aceptación y manipulación por los neoconservadores y reaccionarios” (periodista español José Antonio Martínez Allende).

El lenguaje es uno de los más valiosos pilares para lograr cambios positivos a nivel social, pero también puede ser utilizado para destruir lo que con esfuerzo se ha hecho generación tras generación. Esta construcción se llama identidad cultural, es decir, lo que es nuestro, cómo hablamos, pensamos, cómo nos comunicamos, qué respetamos y qué no permitimos.

El aprendizaje de las palabras es una herramienta humana indispensable, con palabras nos edificamos como seres pensantes y sensibles. Por qué redundar, ¿quién nos lo ordena?

Padres con un rico y bien aplicado vocabulario, evolucionan en el pensamiento y legarán lo mismo a sus hijos.

Las ideologías tienen sus propias creencias y mandatos que no siempre apuntan al respeto de las sociedades, y las dominantes buscan destruir la cultura existente para erigir una acorde a sus intereses; para conseguirlo hace falta empobrecer y manipular el idioma.

Sencilla fórmula, difícil hábito –no imposible y a cualquier edad–: la lectura seleccionada siempre será base sólida. Conversar en familia, en la escuela, con los amigos también. Hay gente que se calla por vergüenza, complejos, porque no sabe cómo expresarse; esta gente es la verdaderamente invisibilizada. Hay cada vez más personas temerosas de ser excluidas de su grupo social por no usar el “inclusivo” (no apoyar las ideas únicas).

Los pueblos no solo sufren guerras sangrientas, de igual forma la entrega de sus tradiciones, códigos, moral, su palabra, su derecho a pensar sin presiones, ni condicionamientos. Hablemos bien y pensaremos mejor.

lperalta@abc.com.py

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